Los residentes en el Centro de Migraciones de Accem finalizan el Ramadán

17/08/2012 - 14:01 Redacción

“El Ramadán es un reto, una voluntad, una resistencia..”, comenta Abderramane, residente de origen sudanés que reside desde hace varios meses en el Centro de Migraciones de Accem Sigüenza.
Desde hace más de 20 años en la provincia de Guadalajara, Accem desarrolla su trabajo para buscar la integración de las personas extranjeras, promoviendo la interculturalidad en un marco de convivencia democrática, impulsando la participación comunitaria y facilitando las actitudes positivas de la población hacia el colectivo extranjero.
Pese al caluroso verano que estamos llevando, la población musulmana está celebrando en estos días el final del Ramadán, el voluntario ayuno total durante la luz solar.
Este ayuno no es propio de la religión musulmana únicamente. Muchas otras creencias hacen estos esfuerzos para fortalecer el espíritu y poder conseguir recompensas divinas al final de la vida.
Si buscamos el origen del Ramadán, lo encontramos hace casi 1.500 años, cuando el Corán era relevado a Mahoma (el profeta de la religión musulmana). De este modo, se convertía en uno de los pilares del Islam, y supone gran importancia para quienes lo practican.
Para cumplir con el Ramadán, es necesario ser musulmán, ser adulto, tener la suficiente capacidad física y mental para cumplirlo, no estar viajando, ni enfermo ni embarazada, ni en periodo de puerperio, ni con la menstruacción.
Si pensamos en el resto de pilares, encontramos los cinco rezos diarios, dar parte de las ganancias anuales a los necesitados, la peregrinación a La Meca, y creer que no hay más Dios que Alá y creen en Mahoma y el resto de profetas.
El Ramadán permite el acercamiento a Dios, y sirve para purificar cuerpo y alma. Una alta disciplina, una buena conducta, la oración y la meditación son obligatorios en estos días.