Malta, la isla de Calipso

29/08/2011 - 12:51 Europa Press

Esta pequeña isla de Malta, la más cercana a Sicilia, reúne en sus 67 kilómetros cuadrados toda la esencia histórica del Mediterráneo. Fenicios, romanos, bizantinos, árabes, normandos, aragoneses, primero, y después, ya en su mayor apogeo, los caballeros de la Orden del Hospital de San Juan, los franceses bajo el mando de Napoleón Bonaparte y, finalmente, los británicos dejaron huella en esta isla, la más verde y pintoresca de las tres que componen la actual República de Malta, independiente desde 1964 y miembro de la Unión Europea desde 2004. Hoy, sus habitantes mantienen el sentimiento maltés más auténtico que incluso traspasan a los extranjeros que se acercan a esta isla a medio camino entre Italia y Túnez.

El hecho de que Gozo no tuviera a lo largo de su historia la misma protección defensiva que su hermana mayor, Malta, y que por tanto estuviera acosada por piratas y otros enemigos, hizo que la isla fuera devastada en varias ocasiones y que sus habitantes tuvieran que refugiarse en muchas ocasiones en la capital. Pero, siempre, esos habitantes regresaban a sus raíces, una tierra fértil con un creciente cultivo de la vid, que gozó incluso de la independencia en dos momentos de su historia: la época romana y el periodo napoleónico entre 1800 y 1802. En la actualidad, los gozitanos se sienten tan orgullosos de su identidad que hablan más el maltés que el propio idioma inglés. Los turistas que llenan los mágicos lugares de "la isla de Calipso" lo saben y algunos han instalado aquí su segunda residencia.

Para acceder a Gozo lo habitual es tomar el trasbordador que cruza el canal de Il-Fliegu, desde Marfa Point, en la costa occidental de Malta, dejando atrás las islas de Comino y Cominotto y arribando al puerto de Mgarr. El trayecto de ida y vuelta cuesta unos 5 euros y en la época veraniega hay barcos cada 30 minutos que hacen la travesía en unos 25 minutos.

Al llegar al puerto de Mgarr, dominado en una loma por la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, los lugareños ofrecen sus servicios de taxi al turista. Las comunicaciones no son fáciles en esta isla de 30.000 habitantes, el calor aprieta si el viaje se realiza en verano, y los puntos de interés se reparten en diferentes direcciones.

La primera visita de Gozo suele ser Victoria, la capital de la isla ya en tiempos romanos, denominada así desde 1897 con motivo del 60 aniversario de la Reina Victoria. Los gozitanos la llaman habitualmente Rabat y, aunque no queda nada en ella de sus antiguas edificaciones, vale la pena dar un paseo por sus calles para ver el trabajo de algunos artesanos en el punto y el encaje y admirar balcones, palacios y, sobre todo, la Basílica de San Jorge que compite en belleza con la Catedral. Sin embargo, el monumento más visitado de Rabat es la Ciudadela, ubicada en una de las colinas más altas del centro de Gozo. De origen medieval, su muralla se edificó entre los siglos XVI y XVIII y entre sus muros se levanta la catedral que no tiene cúpula, pero sí una bonita escalinata presidida por las estatuas de los Papas Pío IX y Juan Pablo II.

En verano, delante de la fachada catedralicia, se organizan representaciones de una unidad de guardia de soldados malteses, ataviados con los uniformes militares pertenecientes a la época de los Caballeros de la Orden de San Juan. Los soldados, desafiando a un calor a veces extenuante, escenifican lo que sería un enfrentamiento con el enemigo con sus lanzas y sus mosquetones, protagonizando una estampa llena de color con sus casacas rojas y la histórica cruz blanca.

Tras la primera incursión en el interior de la isla conviene acercarse a la costa donde existen varios escenarios naturales llenos de magia y belleza. La cueva de Calipso, lugar donde se asegura estuvo el mítico Ulises, es un buen aperitivo antes de visitar en Dwejra la Ventana Azul, un bello fenómeno de erosión que se eleva sobre el agua junto a la Roca Fungus. El enorme pórtico de roca caliza natural es ciertamente espectacular y la vista -un puente entre el mar y la tierra- resulta inolvidable con la extensión azul más allá del acantilado.

Muy próximo a la Ventana Azul se encuentra el Mar Interior, una laguna interior de aguas cristalinas donde es posible el baño, el buceo y los paseos en barco. El Mar Interior, que se creó hace millones de años cuando se derrumbaron dos cuevas de piedra caliza, tiene aguas poco profundas y está unido al mar a través de una cueva de 100 metros en el acantilado que sólo puede ser atravesada con pequeños barcos pesqueros. Para muchos este lugar es quizás el sitio natural más espectacular del archipiélago de Malta. Frente a la laguna está la Capilla de Santa Ana, edificada en 1963 en el lugar donde había otra iglesia mucho más antigua.

Ya en la costa norte es recomendable una visita a Marsalforn, el pueblo más turístico de Gozo debido a su playa de arena y sus restaurantes especializados en pescado fresco, aunque lo más sorprendente son sus salinas naturales, recortadas en la roca, que ya utilizaron los romanos y que todavía siguen en activo. Alfred, un espigado maltés -que más bien parece por su aspecto un británico o un norteamericano- protegido por una gorra de visera, es uno de los trabajadores que sigue explotando parte de estas salinas. Cobra el kilo de sal a un euro y guarda su producción diaria en un reducido habitáculo del interior de la montaña.

El recorrido final por la isla de Gozo puede concluir en Ggantija. Sus templos son los más antiguos del mundo, superando a las pirámides egipcias o a las ruinas de Stonehenge- entre los que se mantienen en pie sin sujeción. El yacimiento, compuesto por dos templos neolíticos (3.500 a.C.), fue excavado en 1826 y destaca por sus enormes y pesados megalitos -algunos tenían 5 metros y pesaban 50 toneladas- que forman la pared exterior. La magnitud de los templos es tan llamativa que durante muchos siglos se extendió la leyenda que era obra de gigantes.