Medvédev critica la injerencia de Occidente en Kosovo
01/10/2010 - 09:45
Por: RAFAEL HERRERO. COLPISA
Por ahora, no se observan grandes diferencias en la verborrea del nuevo presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su predecesor, Vladímir Putin. Ambos continúan siendo uña y carne y juntos presenciaron este viernes en la Plaza Roja el gran desfile conmemorativo del 63 aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial.
Después de 18 años, sobre el adoquinado de la vieja plaza rodaron otra vez los aparatosos misiles nucleares en sus plataformas móviles y las orugas de los tanques.
Como en los tiempos soviéticos, tampoco faltaron las críticas a Occidente e incluso las amenazas soterradas. El encargado de proferirlas fue Medvédev. Como presidente del país es además Comandante Supremo de sus Fuerzas Armadas. En alusión a Kosovo, el primer mandatario ruso advirtió en la tradicional arenga previa al comienzo de la parada militar que debemos tomarnos muy en serio los intentos de injerencia en los asuntos internos de otros países y, más aún, las tentativas de revisar sus fronteras. A juicio de Medvédev, no hay que menospreciar las normas del derecho internacional por que sin ellas no existirían la seguridad global y el orden mundial. Los conflictos armados no estallan por sí mismos, sino que los instigan aquellos cuyas ambiciones irresponsables se contraponen a los intereses de países y continentes enteros, alertó el presidente ruso en clara referencia a EEUU.
Medvédev dijo que nuestro Ejército y nuestra Armada cobran fuerza, igual que el conjunto de Rusia y aseguró que el armamento exhibido en la Plaza Roja servirá para garantizar una defensa fiable de nuestra patria. El nuevo presidente ruso tuvo también palabras de recuerdo para los 27 millones de caídos del Ejército Rojo entre 1941 y 1945 y para los veteranos aún vivos.
La parada
Tras terminar su alocución, unidades de a pie, las de cabeza ataviadas con el uniforme soviético de los años de la guerra y los estandartes rojos de entonces con la hoz y el martillo, comenzaron a marchar sobre la Plaza Roja. Putin, que el 9 de mayo del año pasado comparó a EEUU con el III Reich, en esta ocasión no intervino. Después aparecieron 110 vehículos acorazados, entre ellos los T-90, el tanque más moderno con el que cuenta hoy día el Ejército ruso, y los poderosos blindados para transporte de tropas BMP-4. El desfile en tierra lo cerraron los misiles. Primero los Iskander-M, diseñados para burlar el escudo antimisiles estadounidense, y, finalmente, los cohetes intercontinentales Tópol-M, capaces de portar varias cabezas atómicas y superar distancias de más de 11.000 kilómetros.
Tienen una longitud de casi 23 metros y la plataforma que los transporta pesa cien toneladas. La última vez que en Plaza Roja se mostraron misiles nucleares fue en 1990. Los desfiles se reanudaron en la céntrica y bella explanada moscovita en 1996, pero ya sin el empleo de material pesado. La idea de sacar otra vez armamento atómico ha sido de Putin, quien, no obstante, afirmó hace unos días que no estamos blandiendo las armas, no queremos amenazar a nadie. Se trata sólo de una demostración de nuestra creciente capacidad defensiva.
Como en los tiempos soviéticos, tampoco faltaron las críticas a Occidente e incluso las amenazas soterradas. El encargado de proferirlas fue Medvédev. Como presidente del país es además Comandante Supremo de sus Fuerzas Armadas. En alusión a Kosovo, el primer mandatario ruso advirtió en la tradicional arenga previa al comienzo de la parada militar que debemos tomarnos muy en serio los intentos de injerencia en los asuntos internos de otros países y, más aún, las tentativas de revisar sus fronteras. A juicio de Medvédev, no hay que menospreciar las normas del derecho internacional por que sin ellas no existirían la seguridad global y el orden mundial. Los conflictos armados no estallan por sí mismos, sino que los instigan aquellos cuyas ambiciones irresponsables se contraponen a los intereses de países y continentes enteros, alertó el presidente ruso en clara referencia a EEUU.
Medvédev dijo que nuestro Ejército y nuestra Armada cobran fuerza, igual que el conjunto de Rusia y aseguró que el armamento exhibido en la Plaza Roja servirá para garantizar una defensa fiable de nuestra patria. El nuevo presidente ruso tuvo también palabras de recuerdo para los 27 millones de caídos del Ejército Rojo entre 1941 y 1945 y para los veteranos aún vivos.
La parada
Tras terminar su alocución, unidades de a pie, las de cabeza ataviadas con el uniforme soviético de los años de la guerra y los estandartes rojos de entonces con la hoz y el martillo, comenzaron a marchar sobre la Plaza Roja. Putin, que el 9 de mayo del año pasado comparó a EEUU con el III Reich, en esta ocasión no intervino. Después aparecieron 110 vehículos acorazados, entre ellos los T-90, el tanque más moderno con el que cuenta hoy día el Ejército ruso, y los poderosos blindados para transporte de tropas BMP-4. El desfile en tierra lo cerraron los misiles. Primero los Iskander-M, diseñados para burlar el escudo antimisiles estadounidense, y, finalmente, los cohetes intercontinentales Tópol-M, capaces de portar varias cabezas atómicas y superar distancias de más de 11.000 kilómetros.
Tienen una longitud de casi 23 metros y la plataforma que los transporta pesa cien toneladas. La última vez que en Plaza Roja se mostraron misiles nucleares fue en 1990. Los desfiles se reanudaron en la céntrica y bella explanada moscovita en 1996, pero ya sin el empleo de material pesado. La idea de sacar otra vez armamento atómico ha sido de Putin, quien, no obstante, afirmó hace unos días que no estamos blandiendo las armas, no queremos amenazar a nadie. Se trata sólo de una demostración de nuestra creciente capacidad defensiva.