Menos coches y más corredores en un exitoso encierro limpio y controlado
01/10/2010 - 09:45
Por: JOSÉ L. ARCÁNGEL. GUADALAJARA
ENCIERRO DE BRIHUEGA 2010
No hubo heridos por asta de toro entre más de 20.000 aficionados
Con puntualidad briocense comenzó una nueva edición del tradicional encierro por el campo de Brihuega. No hay 16 de agosto en el que la localidad alcarreña no vibre y haga vibrar a sus visitantes con sus toros por el campo. Lo escarpado de los terrenos que rodean al núcleo urbano hacen que el espectáculo sea visible desde múltiples lugares y la afluencia se convierte en masiva.
A pesar de las restricciones referentes al tema de los vehículos motorizados fueron más de 20.000 personas las que estimó la organización que se reunieron en el municipio guadalajareño.
Este año se extremaron las medidas de seguridad con un dispositivo especial con la participación de múltiples cuerpos de seguridad y sanitarios. Hora y media antes de soltar los astados el tradicional parapachumba se puso en marcha amenizando de manera musical a los presentes. Estos momentos de alegría preceden a la tensión que produce el posterior sonido de los chupinazos sobre el cielo briocense. El tercero indica la apertura de las puertas de salida a los bureles y desde ese momento todo lo que anteriormente había sido ordenado y regulado, se convierte en desconcierto y caos.
Lo que es seguro es que esta fiesta tiene cuerda para rato a pesar de que cada año sean más las trabas burocráticas a las que está sometida. Los cuatro toros alcarreños de Sopeña pasaron de sus plácidos tres años de estancia señorial en la finca del ganadero en Málaga del Fresno a descubrir la razón de su existencia en Brihuega. Salieron veloces enfilando las rampas que llevan desde el coso de La Muralla hasta el campo pasando por los corrales de San Felipe, donde esta noche se les espera volver a reunir.
Caminos divergentes
El cuarteto de novillos separó pronto sus caminos. Rondando las nueve de la noche dos toros se encontraban cerca y encaminados hacia el paraje de La Boquilla. Lugar en el cual deben estar los toros a las tres de la madrugada para ser reconducidos al núcleo urbano y encerrados en los corrales de San Felipe.
Otro de los hermanos estaba en la carretera de Cifuentes acompañado por cabestros y caballos. Este posiblemente sería reconducido con tranquilidad hasta La Boquilla. Por segundo año consecutivo uno de los utreros no se alejó demasiado del pueblo en esos primeros instantes y se quedó en las naves situadas en la carretera que sube hacia Torija.
Las previsiones eran halagüeñas y todo hacía prever que el encierro se llevaría a buen término según lo previsto. Así se confirmó poco después una hora más tarde.
A las 21.30 horas la ganadera Sandra Sopeña en una preciosa estampa bajó a lomos de su montura y junto a dos cabestros llevó al toro que se encontraba en las naves hasta los corrales de San Felipe. El recorrido rodeando el parque de las Heras estaba repleto de aficionados. A esa hora el toro que rondaba la carretera de Cifuentes ya estaba en La Boquilla y los dos toros que iban bien encaminados hacia ese paraje estaban a escasos metros del mismo. Sin duda un encierro redondo para premiar con un sobresaliente a los organizadores. Resumiendo, un toro en San Felipe y los otros tres esperando a las tres de la madrugada para disponerse a subir a su recinto de descanso.
Brihuega sigue demostrando una envidiable solvencia para este tipo de espectáculos. Hay que recordar que este encierro es el acto taurino con mayor afluencia de público de cuantos se celebran en Castilla- La Mancha y un año más salió todo a pedir de boca.
Este año se extremaron las medidas de seguridad con un dispositivo especial con la participación de múltiples cuerpos de seguridad y sanitarios. Hora y media antes de soltar los astados el tradicional parapachumba se puso en marcha amenizando de manera musical a los presentes. Estos momentos de alegría preceden a la tensión que produce el posterior sonido de los chupinazos sobre el cielo briocense. El tercero indica la apertura de las puertas de salida a los bureles y desde ese momento todo lo que anteriormente había sido ordenado y regulado, se convierte en desconcierto y caos.
Lo que es seguro es que esta fiesta tiene cuerda para rato a pesar de que cada año sean más las trabas burocráticas a las que está sometida. Los cuatro toros alcarreños de Sopeña pasaron de sus plácidos tres años de estancia señorial en la finca del ganadero en Málaga del Fresno a descubrir la razón de su existencia en Brihuega. Salieron veloces enfilando las rampas que llevan desde el coso de La Muralla hasta el campo pasando por los corrales de San Felipe, donde esta noche se les espera volver a reunir.
Caminos divergentes
El cuarteto de novillos separó pronto sus caminos. Rondando las nueve de la noche dos toros se encontraban cerca y encaminados hacia el paraje de La Boquilla. Lugar en el cual deben estar los toros a las tres de la madrugada para ser reconducidos al núcleo urbano y encerrados en los corrales de San Felipe.
Otro de los hermanos estaba en la carretera de Cifuentes acompañado por cabestros y caballos. Este posiblemente sería reconducido con tranquilidad hasta La Boquilla. Por segundo año consecutivo uno de los utreros no se alejó demasiado del pueblo en esos primeros instantes y se quedó en las naves situadas en la carretera que sube hacia Torija.
Las previsiones eran halagüeñas y todo hacía prever que el encierro se llevaría a buen término según lo previsto. Así se confirmó poco después una hora más tarde.
A las 21.30 horas la ganadera Sandra Sopeña en una preciosa estampa bajó a lomos de su montura y junto a dos cabestros llevó al toro que se encontraba en las naves hasta los corrales de San Felipe. El recorrido rodeando el parque de las Heras estaba repleto de aficionados. A esa hora el toro que rondaba la carretera de Cifuentes ya estaba en La Boquilla y los dos toros que iban bien encaminados hacia ese paraje estaban a escasos metros del mismo. Sin duda un encierro redondo para premiar con un sobresaliente a los organizadores. Resumiendo, un toro en San Felipe y los otros tres esperando a las tres de la madrugada para disponerse a subir a su recinto de descanso.
Brihuega sigue demostrando una envidiable solvencia para este tipo de espectáculos. Hay que recordar que este encierro es el acto taurino con mayor afluencia de público de cuantos se celebran en Castilla- La Mancha y un año más salió todo a pedir de boca.