Misterio en Venecia: Branagh disfrutón
Reconozco en primer lugar y ante todo que no soy fan, para nada, de las adaptaciones que Kenneth Branagh ha hecho de las historias protagonizadas por el detective Poirot... al menos hasta ahora. Del tedio con el que recibí Asesinato en el Orient Express y Muerte en el Nilo (es que hasta pereza me da comprobar si he escrito bien los títulos) he pasado al entusiasmo con Misterio en Venecia, en el que Branagh se permite el lujo de disfrutar y recortar la película hasta los 100 minutos de duración, algo que le habría sentado de maravilla a sus dos antecesoras.
Además, en esta ocasión nos encontramos ante una historia mucho más sugerente y atractiva. Poirot vive en Venecia asqueado de la vida y el ser humano, sin intención alguna de aceptar un caso, hasta que una vieja amiga, escritora de novelas de misterio, va a visitarle. Le propone acudir a la velada que una espiritista va a ofrecer en una antiguo palacio abandonado (y maldito) en el que recientemente murió la hija de una famosa cantante. Eso sí, primero habrá una fiesta infantil (porque sí) y además es la noche de Todos los Santos.
La propuesta de la historia, que no sé ni me importa si presenta muchas variaciones respecto a la novela de Agatha Christie, permite a Branagh jugar con el mal rollismo desde el minuto 5 de la película. Si en Muerte en el Nilo era insufrible la espera hasta que por fin ocurría algo en la película, esta vez nos encontramos ante el caso contrario. Branagh, Dios le bendiga, decide que nos lo vamos a pasar bien todos... y él el primero.
Misterio en Venecia presenta una propuesta formal por el cine de terror y hasta el expresionismo que engrandecen el conjunto de la película, acercándola al género fantástico, aunque sin caer de lleno en él. Una atmósfera sobrenatural impregna el thriller desde el principio al final, trayendo a la mente un antiguo y muy recuperable trabajo del director: Morir todavía, de allá de comienzos de los años 90.
Mientras intenta descubrir quien es el autor del asesinato de turno, Poirot irá siendo víctima de visiones y delirios inexplicables. ¿Existen los fantasmas, acaso está perdiendo la cordura, es víctima de un engaño... o es algo totalmente distinto?
Al Poirot más desenfadado y loco le acompaña, como es habitual, un reparto lleno de nombres conocidos, aunque puede que menos estelares que en ocasiones anteriores. Destacan Tina Fey; la reciente ganadora del Oscar Michelle Yeoh, que protagoniza una velada de espiritismo magistralmente rodada; y un Jaimie Dornan que nunca conseguirá igualar su papel en la serie La Caza.
Con Misterio en Venecia, Branagh además rompe esa dichosa manía de resolver los asesinatos con ases sacados de la manga e inalcanzables para el espectador, haciéndole mucho más participe en esta ocasión de la resolución del misterio, un detalle muy de agradecer a la hora de formar parte activa del desarrollo de la historia. Sin tener el mejor guion del mundo, Poirot al fin alcanza el ritmo y la locura que le permiten renovar su discurso y eso, a un servidor, le encanta.