Navegando por la costa dálmata

20/09/2011 - 10:34 Europa Press

Las costas de Croacia constituyen un auténtico jardín oculto en el Mediterráneo con más de mil "perlas" repartidas de norte a sur. Un ramillete de islas paradisíacas que vale la pena descubrir en barco. Hay muchas posibilidades de conocerlas, pero la mejor es realizar un crucero en un barco pequeño para cuarenta personas. Tiene buen precio y permite acceder con facilidad a las calas más cristalinas y las bahías más románticas del Adriático.

Split, la segunda ciudad más poblada de Croacia tras la capital Zagreb, es un excelente punto de partida para iniciar esta travesía que nos lleva a las islas más atractivas de Dalmacia. Protegida de los vientos del norte por la montaña Kozjan Mosar y de los del sur por el cinturón de islas próximas que presiden Vis, el paraíso del atún, y Brac, la gran cantera dálmata de piedra blanca, Split ya fue descubierta en el año 305 d.C por Diocleciano. El emperador romano tenía todo el mundo a sus píes, pero decidió levantar en el corazón dálmata su residencia de descanso para pasar el resto de sus días.

Y no se equivocó en su elección. Hoy, como en los siglos posteriores, su Palacio sigue siendo la gran atracción de los visitantes que lo admiran por todo lo que encierran sus 28.000 metros cuadrados, un curioso recinto que fue y sigue siendo habitado (en la actualidad por 2.500 vecinos) en una curiosa simbiosis de ciudad palaciega en ruinas. En este laberinto de rincones y edificios históricos, lo mismo se puede admirar la catedral de San Duje, custodiada por una pareja de soldados romanos, que un mercado de pescado tradicional al aire libre que se convierte después del mediodía en un recomendado restaurante "sin moscas", pasando por una callejuela -"Pusti Me Proc" ("Déjame pasar")-, dicen que la más estrecha del mundo, donde sólo se puede pasar de uno en uno y sin excesivas prisas.

Ese casco histórico y la manera de vivir de sus habitantes -los croatas que viven en España comparan a su ciudad con Barcelona- es el que cautiva a los turistas que se agolpan  para empaparse de sus siglos de historia  y  asomarse a  sus museos, galerías e iglesias* Y aunque Split es tierra de excelentes jugadores de baloncesto (Goran Ivanisevic, Branka Vlasic, Toni Kukoc...) los aficionados al fútbol disfrutan en este 2011 del centenario del Hadjuk Split, uno de los clubes históricos croatas, que recibió este verano la visita del F.C. Barcelona, con Pep Guardiola a la cabeza, para conmemorar el aniversario.

Tras conocer las bellezas de Split, la nave pone rumbo sur con destino a Hvar. Para unos, la "isla más mágica" del Adriático; para otros sinónimo de "fiesta" y lugar de moda comparado con Ibiza por su ambiente. Pero Hvar es, ante todo, una isla soleada de clima templado, con un maravilloso arte impregnado en sus edificios y un cúmulo de bellezas naturales (Sus calas y playas, la serranía, sus cuidados viñedos y campos de lavanda...) donde se alza a los pies de la Fortaleza Española, de origen medieval, su histórica villa. Junto al mar llaman la atención sus elegantes yates de multimillonarios, pero desde las alturas  -ya sea desde el bar del Hotel Adriana o desde los propios muros de su castillo, se disfruta de una maravillosa vista donde resplandecen las islas del archipiélago Pakleni. Ya en el casco viejo, que merece la pena saborear con calma, destaca la plaza municipal principal, delante de la catedral, junto al Arsenal (siglo XVII), considerado como uno de los teatros europeos más antiguos del viejo continente.

El siguiente destino en estas aguas que antaño fueron surcadas por naves griegas, romanas, árabes y venecianas es Korcula. El célebre viajero Marco Polo nació en esta isla, la segunda más verde de Croacia después de Mljet, hoy poblada por 19.000 habitantes y rodeada por 20 islas deshabitadas que en verano se llenan de aficionados a tomar el sol y a la pesca. Se trata, sin duda, de una de las ciudades medievales mejor conservadas de todo el arco mediterráneo y prueba de ello ahí están sus imponentes edificios de estilo gótico tardío, renacentistas y barrocos. La catedral de San Marcos es el mejor exponente por su magnífica riqueza interior, aunque lo más visitado es la casa natal del aventurero, presente en cada rincón de la isla.

De camino a Dubrovnik, a una hora de navegación, la isla de Mljet aparece en el horizonte como un auténtico paraíso natural. En la vertiente oeste de esta isla de 98 kilómetros cuadrados se encuentra un parque nacional con dos lagos cristalinos de un llamativo color azul conectados entre sí por canales poco profundos que conducen el agua al mar. En el lago grande existe un islote, que lleva el nombre de Santa María, con un convento de estilo renacentista al que se accede en pequeñas barcazas. La leyenda cuenta que los vientos de Poseidón empujaron a Ulises hacia Mjlet, donde fue retenido por Calipso, que le hizo olvidar Itaca. Hoy la isla es muy frecuentada en verano por los aficionados al submarinismo, a los deportes náuticos y a la buena gastronomía. Muchos de sus restaurantes en Pomena tienen a solo unos metros del mar sus cetáreas que hacen las delicias de los visitantes que tienen el privilegio de tener entre sus manos los sabrosos mariscos del mar. Es conveniente saber que sólo existe un hotel en la isla: el Odisej (www.hotelodisej.com).

El broche de oro del viaje es Dubrovnik, la antigua Ragusa. George Bernard Shaw calificó a esta perla del Adriático como "el paraíso terrenal" y conscientes de su fama los turistas invaden esta ciudad amurallada. Sólo los que proceden de grandes cruceros fueron 800.000 en 2009,  la mayoría en verano, por lo que la ciudad sólo "respira" y recupera su tranquilidad fuera de la época estival cuando en el casco viejo sólo coinciden sus 2.000 habitantes. Quizás por ello la fiesta que dedican a su patrón, San Blas, se celebra el 3 de febrero.

Todo el casco antiguo de Dubrovnik, al que se accede a través de cinco puertas, constituye un museo a pesar de las secuelas de la guerra contra Serbia en la última década del siglo XX y sus murallas, de 1.940 metros, son el monumento más visitado de Croacia. El paseo por sus calles empedradas hacia la plaza de la Logia, la Catedral, los palacios del Gobernador y de Sponza, la Fuente de Onofrio -la misma que en el siglo XV trajo el agua potable de un manantial a 15 kilómetros de la ciudad a través de un acueducto- o el grandioso monasterio franciscano y la farmacia más antigua de Europa queda en la retina como guinda final de este viaje por la bella costa dálmata.