Pilar Garrido y Forges cuentan la historia cotidiana de España en 'La posguerra vista por una particular y su marido'

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
La profesora y escritora Pilar Garrido Cendoya y su marido Antonio Fraguas de Pablo, el humorista gráfico Forges, cuentan la historia cotidiana de España en 'La posguerra vista por un particular y su marido' (Planeta), en el que narran con "emoción y sentido de humor" algunos de los años más duros vividos por los españoles.
El libro empieza en 1935, año de nacimiento de Garrido en Espejo (Córdoba), y termina con la muerte de Franco. Anécdotas, curiosidades y modismos reviven en las páginas de 'La posguerra vista por una particular y su marido', que arranca con un relato de la dura infancia de la autora, huérfana de sus padres desde los cinco años, y adoptada por sus tías junto a otros cuatro hermanos mayores.

"Pasamos mucha hambre y frío. Lo del frío no se me ha curado y sigo con la calefacción encendida", reveló Garrido, quien no se dejó llevar por ningún tipo de amargura ni sesgo a la hora de escribir la obra. "Había un trasfondo de tristeza en mi casa, pero aún así hubo momentos gratos", detalló la escritora, casada con Forges desde hace más de 40 años.

Impregnado de nostalgia, el texto, de la mano de las ilustraciones de Forges, habla de la severidad de la Iglesia, la llegada de Garrido y sus hermanos a Madrid, los uniformes escolares y distintos peinados de la época, 'los pobres del sábado', que recorrían las calles pidiendo dinero ("era muy impactante ver aquella masa", recordó Garrido), los pregoneros ("todos los pueblos tuvieron uno", afirmó Forges) y otros personajes reales, entre otros temas.

IGLESIA Y FRANQUISMO

Sin la intención de encontrar un enfrentamiento político, Garrido y Forges retratan los años de Dictadura con un delicado humor. "Lo que tenía de malo el Franquismo como técnica de convivencia era el ridículo constante de las instituciones", sentenció Forges. "Por eso los humoristas gráficos, al final del Franquismo, cogimos muy bien la piragua del ridículo y ellos no podían hablar nada porque montamos una buena comunicación eufemística sobre sus tonterías evidentes", detalló el ilustrador.

La religiosidad "embutida a golpes de temor en todos", según relata Garrido en el libro, también se plasma en anécdotas como la de "un hombre que hizo una genuflexión en el pasillo de una sala de cine, por la fuerza de la costumbre", acto presenciado por la autora. Garrido, a quien le parece irrespetuoso entrar en un templo religioso, "católico o no", en minifaldas o tirantes, afirmó que todavía "hay muchos que siguen sin ver más allá de lo que dice la Iglesia Católica".

"Otra gran parte ha llegado a un ateísmo o un descreimiento total en ella. Si tienes medianamente una cabeza científica y un poco de cultura, empiezas a poner dudas", sentenció. "Hay que decir que esa especie de prepotencia absoluta del poder temporal de la Iglesia se daba en parte porque había una gente dentro de ella que era espectacular a la hora de hablar a los demás", opinó Forges.

"Yo estudié en colegios de curas, pero nunca he visto nada que tuviera que ver con la pederastia. Había gente dentro de la iglesia esforzada y currante. Otra cosa es el Vaticano", reveló el ilustrador, para quien el poder máximo del Catolicismo actúa de manera "inadecuada" con "algo tan interno y espiritual como puede ser el sentimiento religioso".

SOL GRIS Y TELEVISIÓN

En la portada, se reproducen algunas de las ilustraciones contenidas en el libro, como los uniformes escolares de los niños y la biblioteca pública infantil del Parque del Retiro, de donde no se podían sacar libros. "Los niños tenían que quedarse allí para leer", recordó Forges. Los dibujos se iluminan por un "sol gris", a la izquierda de la portada. "Lo que me acuerdo de aquella época es que todo era gris. No recuerdo nada de colorines", justificó el ilustrador.

La aparición de la televisión también destaca en el libro. "Representó una gran transformación, no sólo en España, sino en todo el mundo", explicó Garrido. "Antes yo sabía identificar si alguien era del pueblo o de la ciudad por su manera de vestir o comportarse. Ahora todos siguen un mismo comportamiento, o 'tendencia', como se dice hoy", añadió Forges.