Roberto Ortega: "El mercado de los festejos modestos se ha recuperado"
El subalterno vitoriano afincado en Guadalajara ha sumado más de medio centenar de paseíllos.
Comenzamos esta semana un repaso por la temporada 2017 de los toreros de plata vinculados a la provincia y el estreno de la sección sirve para traer al primer plano al vitoriano Roberto Ortega.
Subalterno experimentado en las capeas de Guadalajara, pues ya acumula diecisiete años vistiendo la plata y el azabache, bien conoce el oficio que le ha servido para granjearse la confianza de sus jefes de cuadrillas. A las órdenes de los matadores Filiberto y Vicente Soler ha militado este año y también ha toreado novilladas picadas con Mario Palacios, Leo Valadez, Rafael González y Adrián Henche.
Las claves
Los números de su temporada se cimentan en alrededor de 55 paseíllos, entre los que se encuentran los tres de Madrid. Orgulloso se siente de torear en Las Ventas y ya suma 35 tardes en una plaza en la que no termina de acostumbrarse a las sensaciones, pues siempre “aparece el gusanillo enredando por la barriga desde días antes de torear”. Pero no sólo de Madrid vive el torero y también ha pisado este año los ruedos de Sevilla, Castellón y Albacete y las plazas francesas de Céret y Vic-Fezensac.
Roberto es uno de los toreros que mejor conoce los entresijos del mundo taurino en la provincia de Guadalajara. Sin ir más lejos, este año ha toreado en casi todas las localidades donde se han celebrado festejos mayores: Sigüenza, Mondéjar, Trillo, Marchamalo, Alcoroches... Hombre poliédrico, compagina su labor de subalterno con las de empresario y veedor: “Hay veces que me perjudica. Este año no pude torear en Madrid en agosto con los novilleros Adrián Henche y Rafael González porque tenía otras obligaciones en las ferias de la provincia, en concreto en Marchamalo, Atienza y Solanillos del Extremo. Hay que saber valorar, llevo muchos años en el mercado de los pueblos y no quiero perderlo porque con los años las facultades físicas no serán las mismas”.
A la hora de quedarse con las tardes más complicadas de la temporada, lo tiene claro: “la de Vic-Fezensac con una novillada muy dura de Raso de Portillo, que fue suspendida por la lluvia, y la accidentada tarde de Santa Cruz del Retamar con Leo Valadez, donde un novillo de Baltasar Ibán cogió a Pepín Monge de forma espectacular. Me hice cargo de los tres novillos, pero me pilló con la mente fresca”.
Sabor agridulce
El propio Roberto Ortega clasifica la campaña 2017 como “positiva, pues he ido a sitios importantes y he toreado bastantes festejos mayores (corridas y novilladas picadas). Además, he tenido la fortuna de no sufrir ningún percance de consideración”. Ha sido éste un año de volver a recuperar la normalidad pues como reconoce: “he pasado varios años muy complicados en la profesión en los que costaba trabajo torear festejos mayores porque apenas había. Aunque estoy muy agradecido a las novilladas sin caballos, los subalternos que nos hemos movido en el mercado de las novilladas y las corridas de toros de los toreros modestos volvemos a encontrar cierta seguridad”.
En el plano personal, Roberto valora la temporada como dura. “Ha sido complicada por varios motivos, no solo por la pérdida de gente con la que compartes afecto, sino también porque los años y los viajes pesan y el toro sale más serio en todos lados. Las desgracias que han ocurrido te hacen reflexionar. Ya me pasó con mi amigo Víctor Barrio, con el que toreé a sus órdenes y tenía buena relación, pero lo de Iván me ha tocado muy directamente. Hay amigos cercanos a Iván a los que he visto pasarlo muy mal y no son pocos los que me preguntan por qué no dejo la profesión. No es fácil responder porque llevo toda la vida en ello y el toreo tiene que seguir. Son cosas que pasan, mañana me puede pasar a mi, pero el mundo debe continuar. Uno es torero y se siente torero”, concluye .