Rouco Varela medita recuperar el Epicospado
01/10/2010 - 09:45
Por: RAFAEL HERRERO. COLPISA
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) que se iniciará el próximo lunes, 3 de marzo, será una de las más trascendentales de la historia reciente de la jerarquía eclesiástica. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, no descarta volver a reconquistar el liderazgo del Episcopado.
El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, no descarta volver a reconquistar el liderazgo del Episcopado, en el que ya ostentó el mando durante dos trienios consecutivos (1999-2005) hasta que, en las últimas elecciones, el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, se alzó de manera sorpresiva como nuevo presidente de la cúpula católica.
Pero Rouco está meditando y planteándose muy seriamente si ésta sería la mejor opción a título personal o para el futuro de la CEE y las relaciones con el Gobierno si el PSOE volviera a revalidar su triunfo en las elecciones del 9-M. La impresión detectada en fuentes episcopales es que Rouco, de dar un paso adelante, se erigiría de nuevo en la cabeza visible de la Iglesia, si bien algunos sectores no descartan que, en el último momento, el cardenal de Madrid opte por que se presente como candidato a la presidencia un tapado con el que mantenga excelentes relaciones. Estos sectores apuntan a Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Oviedo y miembro del Comité Ejecutivo y de la Comisión Permanente de la CEE, un hombre de Rouco al que le une una vinculación estrecha. Osoro coparía la tercera vía entre los denominados duros, con los que se adscribe a Rouco, y los moderados, en los que se sitúa a Blázquez. Respondería al perfil del líder de la Iglesia Católica española con capacidad negociadora para poder entenderse con cualquier Ejecutivo, fuese del PSOE o del PP. Sería la sorpresa de las elecciones en la Casa de la Iglesia, ubicada en la madrileña calle Añastro, aunque los indicios, siempre susceptibles de variar hasta el último momento, apuntan a que Rouco parece estar preparado para tomar de nuevo la vara de mando de la Iglesia, con independencia de que el PSOE vuelva a ganar las elecciones generales. La cúpula católica, más allá de quien consiga el triunfo en los comicios del 9-M, optó sin fisuras por mantener sus tempos y celebrar las elecciones a la presidencia episcopal cuando estaba previsto, escasos días antes de conocerse si Zapatero saldrá reelegido o no como presidente del Gobierno.
Más crítico con el Gobierno que Blázquez
Si Rouco da finalmente el paso, parte como aparente favorito frente a la candidatura del presidente saliente, Blázquez. Se reconoce al obispo de Bilbao que ha sido un hombre de consenso, más partidario de una acción colegiada de la jerarquía católica y que ha amortiguado en lo posible las tensas relaciones mantenidas con el Ejecutivo socialista. Aún así, un sector nada desechable de la jerarquía eclesiástica cree que no ha ganado peso específico durante su gestión, en la que, quizá, su excesiva moderación ha dado una impresión de escasa raigambre con las fuertes convicciones que el Episcopado quiere transmitir a su feligresía y, por extensión, a la sociedad. Es decir, su talante dialogante puede interpretarse como una virtud, pero también como una ausencia de la impronta necesaria para frenar, o cuando menos denunciar, de manera clara y ostensible los excesos achacados al Gobierno de Zapatero por el sector más conservador del Episcopado. Desde la legislación de los matrimonios homosexuales y del divorcio exprés hasta la creación de la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía y las posibles nuevas regulaciones del aborto y la eutanasia en una próxima legislatura, pasando por la rechazada negociación con ETA, reflejada en la polémica nota de la Comisión Permanente de los obispos de finales de enero.
Pero Rouco está meditando y planteándose muy seriamente si ésta sería la mejor opción a título personal o para el futuro de la CEE y las relaciones con el Gobierno si el PSOE volviera a revalidar su triunfo en las elecciones del 9-M. La impresión detectada en fuentes episcopales es que Rouco, de dar un paso adelante, se erigiría de nuevo en la cabeza visible de la Iglesia, si bien algunos sectores no descartan que, en el último momento, el cardenal de Madrid opte por que se presente como candidato a la presidencia un tapado con el que mantenga excelentes relaciones. Estos sectores apuntan a Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Oviedo y miembro del Comité Ejecutivo y de la Comisión Permanente de la CEE, un hombre de Rouco al que le une una vinculación estrecha. Osoro coparía la tercera vía entre los denominados duros, con los que se adscribe a Rouco, y los moderados, en los que se sitúa a Blázquez. Respondería al perfil del líder de la Iglesia Católica española con capacidad negociadora para poder entenderse con cualquier Ejecutivo, fuese del PSOE o del PP. Sería la sorpresa de las elecciones en la Casa de la Iglesia, ubicada en la madrileña calle Añastro, aunque los indicios, siempre susceptibles de variar hasta el último momento, apuntan a que Rouco parece estar preparado para tomar de nuevo la vara de mando de la Iglesia, con independencia de que el PSOE vuelva a ganar las elecciones generales. La cúpula católica, más allá de quien consiga el triunfo en los comicios del 9-M, optó sin fisuras por mantener sus tempos y celebrar las elecciones a la presidencia episcopal cuando estaba previsto, escasos días antes de conocerse si Zapatero saldrá reelegido o no como presidente del Gobierno.
Más crítico con el Gobierno que Blázquez
Si Rouco da finalmente el paso, parte como aparente favorito frente a la candidatura del presidente saliente, Blázquez. Se reconoce al obispo de Bilbao que ha sido un hombre de consenso, más partidario de una acción colegiada de la jerarquía católica y que ha amortiguado en lo posible las tensas relaciones mantenidas con el Ejecutivo socialista. Aún así, un sector nada desechable de la jerarquía eclesiástica cree que no ha ganado peso específico durante su gestión, en la que, quizá, su excesiva moderación ha dado una impresión de escasa raigambre con las fuertes convicciones que el Episcopado quiere transmitir a su feligresía y, por extensión, a la sociedad. Es decir, su talante dialogante puede interpretarse como una virtud, pero también como una ausencia de la impronta necesaria para frenar, o cuando menos denunciar, de manera clara y ostensible los excesos achacados al Gobierno de Zapatero por el sector más conservador del Episcopado. Desde la legislación de los matrimonios homosexuales y del divorcio exprés hasta la creación de la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía y las posibles nuevas regulaciones del aborto y la eutanasia en una próxima legislatura, pasando por la rechazada negociación con ETA, reflejada en la polémica nota de la Comisión Permanente de los obispos de finales de enero.