Tensión en la primera ‘cacerolada’ contra Fernández Kirchner

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

A pesar del malestar expresado por los manifestantes de a pie que se congregaron en la noche del martes de forma espontánea en diversas ciudades del país para protestar contra el gobierno de Argentina, la presidenta Cristina Fernández mantuvo firme la decisión anunciada hace dos semanas de aumentar el impuesto a las exportaciones de granos.
De esa manera, se agravó el conflicto que la presidenta mantiene con el campo y crece ahora la amenaza de desabastecimiento de alimentos en las grandes urbes.
La decisión gubernamental de incrementar el impuesto a las ventas externas de soja del 35% al 44%, desató una verdadera rebelión entre productores agropecuarios, que estaban de parabienes por el alza de los precios internacionales de sus cosechas. La medida prevé además que la alícuota será mayor si los precios suben. Hasta ahora el conflicto se circunscribía al campo, pero la dureza de Fernández, que se niega a dialogar con los productores mientras mantengan cortado el paso de camiones con alimentos, concitó un rechazo más amplio de la población. De forma totalmente inesperada, miles de ciudadanos en su mayoría de clase media alta de barrios acomodados de Buenos Aires y otras ciudades, se lanzaron a las calles haciendo sonar sus cacerolas. El método de protesta es el mismo que en diciembre de 2001. Pero en aquel momento los ciudadanos se enfrentaban a un gobierno débil y desgastado por la crisis, el de Fernando De la Rúa, que renunció un día después. Fernández, si bien está afrontando la crisis más profunda de su mandato, está mucho mejor preparada y no parece dispuesta a retroceder.

Lustro de esplendor
La economía argentina se recuperó fuertemente en el último lustro, tanto en el ámbito agropecuario como en el industrial. El producto interno bruto aumentó en promedio 8,2% anual desde 2002, el consumo y la inversión se incrementaron y el paro y la pobreza cayeron drásticamente. En este nuevo contexto, Fernández lanzó una medida que busca aumentar la recaudación tributaria y distribuir los beneficios. La soja es el principal cultivo de exportación en Argentina y el 95% de lo que se cosecha se vende en el exterior, a China sobre todo. “¿Cómo se hace la distribución del ingreso si no es precisamente sobre aquellos sectores que tienen rentas extraordinarias?”, se preguntó la presidenta hoy en una alocución que, lejos de apaciguar, enervó aún más a los productores. Fernández dijo que los cortes de ruta que mantienen los propietarios del campo “son los piquetes de la abundancia” y anticipó que no se someterá a “ninguna extorsión”. También recordó que en 2003, cuando su esposo Néstor Kirchner asumió la presidencia, miles de productores quebrados recibieron una cuantiosa ayuda del Estado para evitar que sus campos fueran a remate.