Vuelven los disturbios a la Cañana Real
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
La Cañada Real, principal zona marginal de los suburbios de Madrid, volvió a ser el escenario de disturbios después de que la Policía Nacional desalojara esta mañana varias viviendas ilegales para proceder a su derribo. Los hechos ocurridos el pasado año por el mismo motivo, llevó a las fuerzas de seguridad a establecer controles en todas las entradas al poblado desde las 5.00 horas.
Sin embargo, en esta ocasión no se registraron agresiones y los agentes sólo tuvieron que actuar para disolver una sentada que los vecinos realizaron para impedir el paso de las grúas.
El desalojo comenzó a las 9.00 horas de ayer en la finca número 61 de la Cañada Real y que pertenece al actual presidente de la asociación vecinal, conocido como Félix, que construyó recientemente el alcantarillado de la zona sin permiso municipal del ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, del que depende ese sector de Cañada Real. La popularidad del afectado propició numerosas protestas en su apoyo a la llegada de los trabajadores así como de la propia Policía. Según explicó un vecino de la zona, Miguel, los agentes se situaron en cada acceso al poblado desde la madrugada, llegando incluso a pedir a los que por allí pasaban la documentación. Esto es lo que les ocurrió a los marroquíes residentes en el poblado cuando acudían a los rezos diarios.
El desalojo comenzó a las 9.00 horas de ayer en la finca número 61 de la Cañada Real y que pertenece al actual presidente de la asociación vecinal, conocido como Félix, que construyó recientemente el alcantarillado de la zona sin permiso municipal del ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, del que depende ese sector de Cañada Real. La popularidad del afectado propició numerosas protestas en su apoyo a la llegada de los trabajadores así como de la propia Policía. Según explicó un vecino de la zona, Miguel, los agentes se situaron en cada acceso al poblado desde la madrugada, llegando incluso a pedir a los que por allí pasaban la documentación. Esto es lo que les ocurrió a los marroquíes residentes en el poblado cuando acudían a los rezos diarios.