Domingo Alcázar (UP): “La ciudadanía ha de estar en la política, no corresponde sólo a unos profesionales”

15/12/2015 - 11:51 D.Pizarro

Domingo Alcázar, profesor de Matemáticas, es de esas personas que están fuera de la “órbita” de los partidos políticos pero que no renuncia a acercarse a ellos para cambiar las cosas. De esta forma,  y tras unas primarias en la coalición Unidad Popular, encabeza la candidatura al Congreso.
    ¿Cuándo decidió dar el salto a la política activa?
    En mi caso hay una especie de antes y después del 15-M, movimiento que cristaliza de alguna forma muchas voluntades e ideas que estaban latentes, sin formar un tejido determinado. Y le dieron una materialidad. El 15-M concreta todo un discurso que estaba latente, muy transversal por otra parte, y que no está basado solamente en partidos políticos. Estaban los ciudadanos en general. Es un discurso en el que somos claramente conscientes del derrumbe del régimen del 78, el ninguneo de la Constitución en los aspectos más sociales, el declive absoluto de las instituciones, la corrupción como elemento casi conformante de la política actual...
    Usted procede de los movimientos sociales. ¿No ha pertenecido nunca a un partido político?
    Yo antes tenía una vinculación con diferentes movimientos sociales, como el movimiento de objeción de conciencia en los años de juventud. También tuve unos intentos, pero duró muy poco, en los primeros pasos de IU. Pero no pertenezco a ningún partido y creo que no voy a formar nunca parte de uno, porque las respuestas que busco no están ahí. Por eso, a partir del 15-M, empezamos a pensar qué podíamos aportar al panorama político. Una incipiente PAH (Plataforma anti Desahucios) que era anterior al 15-M, me pareció la ubicación para generar un nuevo relato sobre la vivienda y los derechos sociales que se han pisoteado. Han sido cuatro años de intensísima presencia en la calle. Y eso va generando a su vez otro tipo de iniciativas como la Plataforma Antirrepresiva y alguna experiencia para colaborar en el mundo rural. El proyecto que me emociona en este momento es el Colectivo Plántate de Ujados .
    Deja claro que no pertenece a ningún partido, pero ahora encabeza una coalición política. ¿Por qué tanto rechazo a formar parte de uno?
    Yo vengo de movimientos sociales, colectivos… no he estado nunca en la lógica de los partidos. La experiencia me dice que al final se vuelven instrumentos que acaban teniendo como objetivo prioritario el mantenerse ellos mismos. Patrimonializan un poco su autoridad moral o su capital humano y político. Y eso lo hacen todos. Izquierda Unida también, aunque es verdad que unos más y otros menos.
    Entonces vuestra coalición de IU y movimientos sociales, ¿no es contradictoria?
    Es tenso pero no contradictorio. De todas formas, es evidente que IU es el único partido que ha colaborado para que personas que no estamos en la órbita de partidos, podamos acceder a esta vía, que para nosotros es la política institucional. Es un experimento. Probemos a ver qué recorrido tiene. Después de las experiencias municipalistas creemos que sí tienen que aportarnos algo. Yo no creo que sean la solución, pero pueden formar parte de ella.
    ¿Para usted es importante que los movimientos sociales estén dentro de las instituciones como tal, no como partidos?
    Queremos probar que efectivamente es importante. Queremos experimentar en carne propia que la higienización de la política aporta a la discusión social un enriquecimiento del que, por otra parte, dudamos de él a nivel teórico.
    ¿Cómo recibió el hecho de ser el más votado en las primarias de Unidad Popular?
    Como un marronazo (risas). Es una gran responsabilidad. Ahí me di cuenta de que no era un juego y me dio miedo porque al final estás respondiendo a personas que confían en ti y no debes fallar . Pero también con bastante orgullo y un poco de preocupación. No fue un momento especialmente alegre.
    Y de ahí pasó a encabezar la lista para el Congreso.
    Creo que la elección de una cámara u otra no es importante. Los parlamentarios son personas que conforman un espacio político. Nosotros queremos que el Senado sea una cámara territorial efectiva con capacidad legislativa, que no la tiene en este momento, y que sea la que ordene territorialmente una posible república federal. Tiene que tener elementos de compensación. Esa sería la finalidad. Pero en este momento hay otra lucha en el Senado, una lucha de vacío de contenido que tenemos que denunciar desde dentro.
    Como ciudadano de a pie, ¿cómo ve el Congreso?
    Estamos en una situación política de democracia de bajísima calidad. El propio Congreso no es capaz de generar mecanismos participativos hacia la población. La población no interviene, los debates por normativas internas están secuestrados a la hora de plantear una auténtica participación. El Congreso ha de ser un elemento fundamental como poder legislativo dentro de una lógica de empoderamiento de la ciudadanía donde puedan expresarse a través de referéndum o de plataformas, online por ejemplo, que permitan el diálogo con el legislativo… lo que está claro es que ahora mismo es una especie de apisonadora que no facilita ni el debate ni una elección democrática.
    Finalmente no os presentáis en coalición con Podemos. ¿Por qué falló la confluencia?
    Viví el proceso desde dentro y creo que la confluencia era posible. Respecto a qué pasó, creo que me desgañité intentando una y otra vez el que confluyéramos. Y Blanca Calvo hizo lo mismo. Por eso la coherencia de su dimisión, porque vio que era imposible. La barrera fundamental, el gran murallón, fue Podemos, que se encontró con una estrategia absolutamente rígida. Pensábamos que Huesca, Albacete y  Guadalajara éramos las provincias donde podíamos concurrir. Pero realmente la estrategia de Podemos es impermeable, es muy rígida.
    ¿Entonces ha sido más por la imposición de Podemos Madrid que por el círculo de Guadalajara?
    Podemos tiene una estructura política un poco extraña. Las decisiones politícas no corresponden a ningún tipo de estructura provincial, pero al final tampoco a una estructura regional. Nadie podía decidir qué hacíamos. Y al final hay un Consejo General que toma las decisiones de todo el Estado, también de las primarias de Podemos, cuando menos no ejemplares. Y ese consejo es absolutamente inflexible, independientemente del contexto que tenemos en cada provincia, que son diferentes. Y ha actuado como una especie de apisonadora en los intentos de confluencia.
    ¿Cuándo comenzaron los contactos para concurrir?
    En junio empecé a asistir a los círculos de Podemos para anticipar el panorama de la confluencia, porque algunos miembros me lo pidieron. El círculo de Guadalajara estaba rabiosamente por la confluencia, y al final vieron que era absolutamente imposible. Porque en las primarias no podíamos tomar la decisión de presentarnos como ciudadanos individuales. Luego, las propias personas del círculo eran muy reacias hacia cualquier acercamiento a IU… en definitiva, ya en junio anticipamos que iba a ser muy complicado. Tras las primarias me dediqué exclusivamente dos semanas a intentar reconducir la situación.
    ¿Se siente decepcionado?
    No es decepcionante, es desolador. Es un freno al proyecto de confluencia que va más allá del ámbito electoral. Es un proyecto de metodología política, de forma de hacer las cosas, del empoderamiento de la ciudadanía… Y es desolador, tanto en la perspectiva electoral, que para mí es la menos importante, como en la de generar un espacio para la ciudadanía en el poder político. La ciudadanía ha de estar en la política, no corresponde sólo a unos profesionales.
    ¿Cuáles son las líneas principales de su programa?
    Tenemos cuatro ejes. Hay tres cuestiones medioambientales básicas: trasvase, nucleares y fracking. Luego hay que hacer un trabajo específico en el mundo rural, con la Ley de Régimen Local y la promoción de las zonas despobladas de Guadalajara. Hay que hacer entender que el Tajo está muriendo y superar la lógica del enfrentamiento entre dos regiones. El que acabe no es la cuestión, sino las condiciones de seguridad ecológica, ambiental, social… se está matando a  todo el Tajo. El río tiene tres problemáticas diferentes: la gran hemorragia en la cabecera, la contaminación por Madrid y, en Extremadura, la nuclear y las presas hidroeléctricas. Al final se ha convertido en una especie de canal de tierra muerto, un río sin vida. Y el principal problema es la cabecera, que es la que aporta el agua limpia. El mundo regante murciano no puede matar un río que pertenece a 10 millones de personas de la cuenca y a las generaciones futuras.
    ¿Se ve con posibilidades de sentarse la próxima legislatura en el Congreso?
    Por supuesto. Me río, pero creo que siempre las hay. Si no hubiera ninguna también habría estado en este experimento. Pero creo que se puede producir un efecto parecido al que sucedió con Podemos en las Europeas. Nos corresponde intentarlo. En este momento y hasta el 20-D la apuesta es esa. Luego ya hablaremos de otros ámbitos de lucha. Y creo que es posible sobre todo en Guadalajara si nos atenemos a un mensaje local.