A la Junta del Patronato de Cultura

10/01/2011 - 00:00 Brigida Baldominos Baldominos

Es 29 de diciembre. En la cartelera del Teatro Buero Vallejo el Ballet “La Bella Durmiente Sueña”. Varios papás y mamás se apresuran para finalizar su jornada laboral antes que otros días para compartir un ratito con sus pequeños. La distancia desde diversos pueblos de la provincia (Sacedón, El Pozo de Guadalajara, Sigüenza, etc) se hace eterna para mayores y pequeños, por tráfico, atascos y otros. …Por fin llegamos a Guadalajara. Son las siete menos unos pocos minutos y hay que aparcar, lo cual en los alrededores del Teatro, está realmente difícil. Nos bajamos mi hija y yo en la puerta, y mi marido se va a buscar aparcamiento. A mi hija la mando entrar con unos familiares que tienen las entradas en otro sitio y los he pedido que la acomoden mientras llega mi marido. Son las siete y cinco minutos, las puertas se cierran a cal y canto. Mi hija está dentro y yo… ¡me he quedado fuera esperando a mi marido y otros muchos papás, mamás, abuelos y niños… impotentes ante la situación!! A las siete y siete minutos se abre una de las puertas pequeñas exclusivamente para un individuo que acaba de recoger su entrada ¿….? Aprovecho pare decirle a la señora (por llamarle de alguna manera) que está en la puerta, que por favor nos deje entrar que mi hija está dentro y mi marido está bajando por la calle y que además tengo las entradas para la última fila y al lado de la escalera y no voy a molestar a nadie. El caso es que me dice que sí, incluso revisa mis entradas para comprobar que es cierto, pero cuando me asomo a la calle para decirle a mi marido que corra más, me vuelvo y veo que ha cerrado de nuevo. Siguen siendo las siete y siete minutos, comenzamos a llamar, pero nadie quiere oír. Le pido a la de la taquilla que llame a alguien para poder hablar, y aparece un señor (por llamarle de alguna manera) calvo y con gafas –de quien no sé su nombre, pero espero que por la descripción todo el mundo sepa quién es-, que nos dice que son las normas del Teatro y que no va a abrir. ¡Solo 7 minutos! ¿quién no tiene 7 minutos de cortesía en un espectáculo para niños?. Varias familias nos vamos agolpando en las puertas con diversas historias; por citar algunas… tres parejas que venían desde Sigüenza para dar una “sorpresa” a las niñas y éstas preguntaban constantemente “cual era esa sorpresa”,…. varias personas mayores que venían desde Sacedón,….un niño que preguntaba incesantemente a su madre por qué no veían el ballet,….y nosotros que teníamos a nuestra hija dentro y nosotros…. estábamos fuera. Eso sí, ¡qué amable! lo que sí nos dejaba era pasar a por ella después de que mi marido le dijera que como la pasara algo, los responsables iban a ser ellos ….. sin comentarios. Varios de los que estábamos allí, hicimos hojas de reclamaciones, aunque sabíamos que no iban a valer para nada, primero porque el daño estaba hecho, y segundo porque ellos se aferraban al hecho de que estaban en la legalidad porque en las normas pone que una vez que empieza la función no puede entrar nadie. Algunos perdieron los nervios y se fueron de tono con el individuo éste sin corazón y sin entrañas que nos dejó fuera después de haberle hecho mil razonamientos con buenas palabras. Era tan “valiente” que llamó incluso a la policía…..vergonzoso…sin más…..vergonzoso. Algunos exigían su dinero, nosotros solo exigíamos que nos devolvieran ese momento que nos habían robado de pasar con nuestra hija en un día de la mágica y dulce Navidad. A la finalización del espectáculo entré a recoger a mi hija y se abrazó a mi preguntándome por qué no había entrado (…) Me pregunto si no se puede ser flexible no en 7, sino en 10 o incluso en 15 minutos en un espectáculo dirigido a un público mayoritariamente infantil. Me pregunto quién era ese individuo al que se le abrieron las puertas justo cuando llegó, a pesar de llegar tarde también. Me pregunto si fuera el Teatro el que se retrasara 10 minutos por cualquier cuestión, alguien del público llamaría a la policía (por cierto amables policías con más corazón que “ese y esa individuos”, y que incluso nos daban la razón y pensaban que se podría haber solucionado de una manera mucho más agradable para todos) Me dirijo a ustedes (Junta del Patronato de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara) porque este individuo así me lo indicó, pero que conste que no tengo claro que sean ustedes mis destinatarios y no él exclusivamente. Sin más me despido deseándoles a todos que a nadie le suceda lo que a mí por culpa de tan indeseables funcionarios agrios, que no sé si tendrán hijos, pero si los tienen estoy segura de que se habrían sentido como yo, en caso de que les hubiera sucedido.