¡A Ponerse el mono!

06/06/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte


Sol es el km 0 de España. La Escandalera es una Plaza de Oviedo. Allí, han recibido los acampados un nuevo impulso. El nombre de la plaza, “Escandalera”, casual y real, apropiado. ¿Indigna2? Parece que habrá nuevas versiones. Yo estoy por escandalizar: ¡ya está bien! ¡A ponerse el mono! ¡Hay que trabajar! ¿Ha cambiado algo desde las votaciones del día 22? ¡Poco! El enfermo (España), está peor, más débil. Los españoles han hablado alto y claro. La indignación llegó a las urnas. Quien debería escuchar, ha decidido prolongar la agonía, (la suya y la de España). Ahora estamos ante el asombro y el descrédito. Nueve meses sirven para que se forme un ser humano, pero no para que esto mejore, sin que nadie haga nada. ¿Qué hará con sus sueños y sus deseos, la sociedad civil? Los Indigna2 ¿tendrán que arriar su bandera? Mientras esas Asambleas hablan, discuten, se aclaran y llegan a algunas conclusiones o puntos concretos (consenso de mínimos), el tiempo pasa. Otra gente que también se indigna (vecinos, comerciantes, transeúntes, conductores, etc.) ¡Tiene derecho! No creo que vayan a cambiar el mundo de la noche a la mañana, pero anuncian que algo va a pasar”. ¿Quién es Godot? En la obra de Samuel Beckett, publicada en 1952, no se dice.


   En todo caso, ¿vendrá Godot? En la obra se dice: “aparentemente no vendrá hoy, pero vendrá mañana por la tarde”. Es teatro del absurdo y cae el telón sin que aparezca. Sin embargo algunos piensan que estamos, “ahora”, ante una oportunidad para que se personifique una figura que canalice el cambio social. Intentan o más bien desean, que llegue. “En Sol se te espera y se te añora Mario (Conde)… se te espera a ti y a tantos otros”, leo en el Blog de un amigo. Quien sí llegó a la Escandalera, donde se encontraban los acampados del 15-M, fue el popular escritor y divulgador científico Eduardo Punset. Allí cogió el micrófono y tomó la palabra para dirigirse a los presentes: “Gracias por mantener viva una esperanza que llevamos cultivando desde hace mucho tiempo”. Les dijo que no están solos.


   Fueron palabras, para avivar un poco la mortecina llama. No hubo más. Para ellos fue mucho. La España, a la que nos han llevado tiene muchos parados, ¡demasiados!; muchos jóvenes desencantados e indignados. ¡No es para menos! Hay dificultades financieras y malos gestores, de los bienes de todos. Hay que regenerar la clase política. Acabar con el derroche. Reducir gastos. Suprimir el Senado, las Diputaciones y los Medios de Comunicación ruinosos. Pero la mayor y más profunda crisis, es ética. La crisis de valores es endémica. Y también, hay que decirlo claramente, hay héroes y heroínas. ¡Más de los que imaginamos! Son personas con imaginación, llenas de ilusión, audaces. No se puede perder una generación. Yo creo en esos valientes, acampados o no. La confianza y los valores humanos, no son palabras huecas ni monedas de cambio. Hay razones para la esperanza, gracias a las personas, las que votaron y las otras; las luchadoras,-jóvenes y no tan jóvenes-, especialmente las que parecen más débiles.


    El cambio necesario, es posible. El cambio, hacia los valores, más allá de la derecha o de la izquierda. Ese que tiene “color esperanza” como la canción de Diego Torres. “Saber que se puede querer que se pueda/quitarse los miedos sacarlos afuera/pintarse la cara color esperanza/tentar al futuro con el corazón”. En eso sí creo. Lo ha vuelto a decir, por segunda vez, Irene Villa. Ella tuvo la valentía de escribir al presidente del Gobierno en 2005, cuando las cosas se torcían, y decirle: “Desde el primer momento creí que el “Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo” (suscrito entre PP y PSOE), supondría el fin de tantos años de sufrimiento. Precisamente es por haber defendido ese efectivo plan por lo que siempre confié en ti. Lo que jamás imaginé es que llegarías a romperlo. Me gustaría que me dijeras por qué decides romper la única herramienta hasta ahora efectiva “.


   Hoy, Bildu, la marca de ETA está en las instituciones. Para las víctimas, y para todos, un “regalo” envenenado del Presidente. Pero Irene, que ya escribió un libro en 2004, titulado Saber que se puede, no se rinde. Ha vuelto a la carga, en el 20 aniversario y nos dice: “Saber que se puede. Veinte años después”. Es un mensaje; mejor, es todo un programa: “Saber que se puede”. Lo hago mío. Me pongo decididamente en marcha. Ella, más que el libro, pero también el libro, es un revulsivo, una antorcha. La bandera de la libertad, de la regeneración, de la separación de poderes, el cambio de las leyes electorales, las reformas laborales y sociales, el ejercicio de la austeridad y honradez, la reforma de la justicia como garante del estado de derecho, la tienen los valientes, los que crean “saber que se puede”. Hay que rescatar el imperio de la ley por encima de todos, e igual para todos.


   Derechos y también obligaciones para todos, incluidos emigrantes. “Sabemos que se puede”. ¿Qué no hay trabajo? ¡Si está todo patas arriba como si hubiera pasado un tornado! ¡Ya está bien de lamentarse las heridas, de echarse las culpas unos a otros y mirarse el ombligo! ¡A la sociedad civil le importa un bledo si los que vienen son galgos o podencos! Necesitamos a todos. ¡Esto es España! ¡Se puede! ¡No podemos levantarnos de la cama para echarnos en una plaza o en Internet y esperar que algo cambie! ¡Nosotros podemos! ¡Como Irene Villa! ¡Como tantos otros! ¡Como Japón, como Alemania! ¡Nadie nos va a regalar nada! A ponerse el mono, de una vez. ¡Echarle coraje¡ Se gana el futuro con el corazón. Basta, cada mañana, “saber que se puede querer que se pueda”.


















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