A votar

11/12/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

En vísperas de estas elecciones sospecho que sería mejor callarme que escribir lo que pienso. Y es que me fatiga, me aburre, la verborrea que las acompaña. Y me reafirmo después del debate a cuatro del lunes, anunciado como deisivo y que pocos soportaron hasta el final. Escribo para animar a los indecisos, aun sin título para ello. En todo caso, se me ocurre un paralelismo entre la política, las elecciones y la búsqueda de hongos y setas. Cuando salía a buscarlos, tenía en cuenta una idea, aprendida de mis mayores: ¡No cojas lo que no conoces! Así que volvía a casa sólo con setas de cardo o níscalos. No puede uno fiarse ni en micología ni en política de lo desconocido, aunque sea brillante y de mucho colorido. Porque luego vienen las sorpresas, y aún las desgracias, cuando ya es tarde, y de nada sirve el arrepentimiento. Y es que en ambos campos, como en el mundo de los insectos, hay especies que parecen lo que no son, y en algún caso les cuesta la vida a los que se les acercan por amistad o apareamiento. Recuerden el caso de la “mantis religiosa”, que devora a su pareja. O la araña “viuda negra”. No se llega a tanto en los partidos políticos, pero sí al lavado de cerebro y a pensar con orejeras como consecuencia de su endogamia. Por consiguiente, en todo caso, mi consejo es que voten, pero que lo piensen bien: no se dejen impresionar por el brillo, porque también brillan las joyas falsas, ni por la música, que puede sonar bien, pero sólo para esos conciertos populares en que el ruido se sobrepone a la melodía y sólo valen para hacer saltar y bailar a los adolescentes. En cambio, no les dicen nada obras de gran enjundia, como la Sinfonía número uno de Malher, por ejemplo, o las de Beethoven, Bach o Mozart, quizá más aburridas, aunque sean más trascendentes. Pero, en fin, sobre gustos no hay nada escrito, dice el refrán, así que cada uno haga de su capa un sayo y con su pan se lo coman o allá se lo hayan, como decía Cervantes. Y, luego, en Política, pasa lo que pasa. Y si no que se lo pregunten a los madrileños de Carmena o a los barceloneses de la Colau. O a los españoles en general, si algún día llega a presidente el de la coleta. Pero piensen para decidir el voto que no se trata de elegir al más joven ni al más guapo, sino al más sensato, al más prudente, al mejor preparado, y no al más audaz, aunque Virgilio escribiera “Audaces fortuna iuvat” (la suerte ayuda a los audaces”). Porque eso vale para el amor y las aventuras, pero no para gobernar un país.