Aborto e ideología

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Francisco Muro de Iscar / Periodista
El presidente Zapatero ha confirmado lo que ya se sabía: a pesar del informe negativo del Consejo Fiscal, a pesar de la división en dos mitades del Consejo General del Poder Judicial, a pesar de las críticas que suscita la reforma de la ley del aborto, que supone un cambio sustancial respecto a la ley en vigor, la va a llevar al Parlamento y espera sacarla adelante. Sigue adelante por más que haya grandes dudas sobre la constitucionalidad de la reforma a la luz de los pronunciamientos del Tribunal Constitucional y aunque una gran parte de la sociedad española esté en contra.
Algunos medios han puesto sobre la mesa las creencias religiosas -algunos las han calificado de “férreas”- del presidente del Consejo del Poder Judicial para con su voto ejercer el mismo derecho que el resto de los vocales del Consejo. Parece que el presidente del Gobierno puede tener las ideas que quiera y volcarlas en un texto legal, pero que Carlos Dívar tiene que esconderlas al analizar jurídicamente esa misma ley, como si la justicia o el derecho no estuvieran absolutamente impregnados de ideología. Se está tratando, intencionadamente, de hacer creer a todos que las creencias religiosas son ‘prejuicios’, confundiendo dogmas y principios morales. Muchos ciudadanos, católicos y no católicos, también dentro de las filas socialistas, están en contra del aborto en general y, sobre todo, de esta reforma innecesaria que elimina los tres supuestos despenalizados para consagrar ‘el derecho al aborto’ libre en las primeras catorce semanas, que permite el aborto de una niña de 16 años sin conocimiento de sus padres y que elimina los derechos del no nacido, que el Tribunal Constitucional calificó como “un bien constitucionalmente protegible”. No se puede hablar de ideología al margen de las víctimas y aquí las principales víctimas son los niños que no van a tener la posibilidad de nacer.
No es sólo por creencias religiosas. Pasar de la despenalización de un hecho reprobable a convertir el aborto en un derecho es pura ideología. Oponerse a ese cambio y pedir otras políticas no puede ser presentado como un intento de que las creencias religiosas ‘se impongan’ a todos los ciudadanos. La religión no se puede imponer pero forma parte, con todo derecho, del espacio público. Tal vez tenga razón Daniel Cohn-Bendit cuando dice que “esta crisis es muy profunda y la izquierda no ha sabido entenderla, carece de un proyecto”. Lo malo es que a la derecha le sucede lo mismo. Convertir el problema del aborto en un asunto central cuando hay más de cuatro millones de parados y medio millón de hogares sin un solo euro de ingresos, es no sólo un disparate sino una maniobra puramente ideológica. Si el Gobierno desistiera de esta reforma y protegiera a las mujeres embarazadas a los niños que tienen derecho a nacer estaría protegiendo derechos humanos, la justicia y el bien común. Eso también toca ahora, también debería ser un objetivo.