Adiós al Cine Imperio

15/10/2013 - 00:00 David Recio

 
   
 Pues sí. El que fuera el edificio del cine más antiguo que todavía conservaba la ciudad, el Cine Imperio, ya es historia. Digo que era el más antiguo porque su construcción databa de 1911. Entonces se llamaba Teatro Cómico y lo explotaba comercialmente el empresario cinematográfico Marcelino Gómara. Su inauguración sería el 15 de octubre de 1911 (véase artículo de Ruiz Rojo, José A: “Cine en Guadalajara. Una pequeña historia” en la obra colectivade varios autores Cien años de cine español en Castilla-La Mancha, Toledo, 1996). Prácticamente ciento dos años en pie, que se dice pronto, hasta que ha llegado eldia de su más que probable derribo. En 1933 el entonces Teatro Cómico sufrío una reforma estructural y pasó a denominarse Cine Novelty. Otra reforma posterior se produciría en 1935.
 
  El empresario que lo dirigía en esta época era Florencio Perrote. Durante la Guerra Civil el cine Novelty se llegó a llamar Cine Isabelo Romero para, finalmente, adoptar el nombre de Cine Imperio; nombre con el que ha llegado hasta nuestros días. Incluso, en los años cincuenta del siglo XX llegó a existir también la llamada Terraza Imperio la cual estaba situada detrás del actual Gobierno Civil o Subdelegación del Gobierno y que también ofrecía proyecciones cinematográficas, bailes…. De ella no queda ningún vestigio hoy en dia.
 
  Solamente recuerdo que, en ocasiones, las entradas que el Cine Imperio vendía en taquilla, ocasionalmente, llevaban impresas también la referencia a la Terraza Imperio. La muerte anunciada del Cine Imperio sucedió allá por el año 1996 cuando, definitivamente, dejó de proyectar sus películas. Los Multicines Guadalajara se habían construido e inaugurado a fines de 1995 en unos modernos locales de la Avenida de Barcelona, en el barrio del Alamín. Durante unas semanas o meses, muy pocos, pareció que el Cine Imperio se negabaa desaparecer. Se retorcía y gemía desesperadamente intentando competir con los nuevos multicines. Cine de una única sala o platea, llegaría entonces a programar hasta dos películas simultáneas, en diferentes horarios, como si quisiera desdoblarse en un monstruo de dos cabezas; e, incluso, creo que también llegaría a intercalar alguna que otra película de animación, aparte de las dos simultáneas, en diferentes días u horarios. Parecía una lucha encarnizada contra los Multicines, una lucha por la supervivencia… pero la suerte ya estaba echada.
 
   El Cine Imperio sucumbió y cerró sus puertas igual que habían sucumbido, anteriormente, el Cine Moderno en 1992 y el Teatro-Cine Coliseo Luengo en febrero de 1996. Muchos son mis recuerdos de infancia, adolescencia y juventud perdidos entre las butacas del Cine Imperio. Lo más característico para mí, aparte de sus incómodas y raídas butacas que se te clavaban en sálvese sea la parte, era su peculiar “gallinero”, esa zona de butacas elevadas sobre una plataforma o escalones que se encontraban justamente al final del patio de proyecciones. Muchos domingos, cuando era niño y adolescente, iba a las sesiones infantiles de las cinco de la tarde. Los tres cines que entonces había en la ciudad se nos disputaban nuestro tiempo de ocio y nuestro escaso dinerito dominical. Cuando recalaba en el Imperio y empezaba la sesión cinematográfica inmediatamente comenzaba otra “película” desde las butacas del “gallinero”.
 
  Allí se sentaban casi siempre los jóvenes gitanillos que entonces vivían por el barrio del Alamín y empezaba simultáneamente el coro de voces, de murmullos, de exclamaciones, de risas, y las sonoras sesiones de movimientos bruscos de butacas yde lanzamiento de cáscaras de pipas y de otras menudencias por encima de nuestras cabezas. Pero todo eso ya formaba parte de la cotidianeidad y, aunque a veces había alguna que otra pequeña algarada dialéctica entre las butacas de la platea y las del “gallinero”, nuestro comportamiento como espectadores era más o menos estoico.
 
  Muchas películas pude ver en el Cine Imperio allá por esos años, fines de la década de los setenta del siglo XX: películas de romanos, de acción, de ciencia-ficción… las que nos gustaban entonces a nosotros, los niños y adolescentes. Años más adelante, recuerdo que allí se exhibieron joyas cinematográficas como Alien, el octavo pasajero aunque esta película no llegué a verla allí: sólo recuerdo la cartelera con el cartel de la misma.De los años 1981 y 1982 recuerdo títulos como Convoy (julio de 1981), Contaminación: Alien invade la tierra y Tiburón 3 (octubre de 1981), En busca del fuego y Encuentros en la tercera fase –con veinte minutos adicionales-(mayo de 1982).
 
   En esos años, 1981 y 1982, la entrada costaba ciento cincuenta pesetas. Años más tarde, allá por 1987, recuerdo haber visto películas como Hannah y sus hermanas (marzo de 1987) y “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. En esta época, la explotación del cine estaba a cargo de la empresa Espectáculos Reunidos y la entrada costaba 250 pesetas.
 
   Años más adelante, entre 1991 y 1994 recuerdo haber visto otras películas como Alice”deWoody Allen, y auténticos taquillazos como Parque Jurásico y La lista de Schindler, ambas de Steven Spielberg y otras como El rey León…; sólo pretendo citar unas cuantas pues no deseo ser demasiado exhaustivo… Estos años y los dos siguientes fueron los últimos años del Cine Imperio. Después el cierre, el abandono, el cartel arrugado de una película que estuvo durante muchísimo tiempo en la sucia cartelera anunciando una proyección inexistente, los grafittis enseñoreándose en su fachada principal que empezaba a desconcharse, sus puertas de madera desvencijadas, el tejado lleno de grietas y aberturas que, diecisiete años después de su cierre en 1996, ha originado y certificado su ruina en 2013... “This is The End, my friend”.