Agua va, basura viene

04/01/2012 - 00:00 Pedro J. Piqueras


 

 El 2011 ha sido un año cuyo balance es tremendamente negativo para Castilla-La Mancha. No parece que el actual vaya a ser mejor, al contrario, la aplicación de la hoja de ruta del PP y sus políticas neoliberales, ya apuntadas por el gobierno anterior, nos traerán más paro, más pobreza y desigualdad social. Pero se hace necesaria una reflexión sobre el futuro al que se enfrenta nuestra región.

  El paso del 2011 ha supuesto difuminar las ya de por sí escasas credenciales propias para el desarrollo y el bienestar de los ciudadanos de esta región. Vaya por delante mi convicción en la necesidad de conseguir un estado federal solidario donde los ciudadanos tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades, independientemente de su lugar de nacimiento, pero también es cierto que los territorios deben tener bases propias de desarrollo y crecimiento para buscar la convergencia con el resto. ¿Hacía dónde nos han dirigido los últimos gobiernos de Castilla-La Mancha? ¿Qué señas de identidad nos quedan, más allá de las que no se pueden liquidar? ¿Deberíamos tener un modelo de desarrollo económico y social tras más de 28 años como autonomía? ¿Son válidas para Castilla-La Mancha, de escasa densidad de población, las políticas aplicadas en Madrid, un territorio superpoblado, de privatización de los servicios públicos?

  En esta primera semana de 2012 hay una realidad objetiva, las cifras de desempleados, pobreza y desigualdad social, la recesión económica en la que estamos inmersos, la privatización de los servicios públicos, así como las políticas de recortes y ajustes duros que están suponiendo retrocesos sociales y económicos históricos. Da la sensación que lo que queda después de tantos años es pedir la declaración permanente de zona desfavorecida.

  Sin embargo, que nadie piense que somos una región olvidada, por nuestra región transitan de Madrid a la periferia los trenes más rápidos, cómodos y caros, tenemos un buen número de autovías que posibilitan ser una zona de paso para cualquier viajero que se precie, unos aeropuertos famosos en el mundo entero, las mayores ciudades fantasmas del país y donde más energía producen las grandes compañías eléctricas del aire y la luz. Y somos la comunidad autónoma donde el PP ha puesto en práctica su modelo de políticas de ajuste duro y privatización de los servicios públicos. Según ellos, no son viables ni los ya de por sí maltrechos servicios sociales, ni la educación pública, ni la universidad, ni los hospitales y es imposible mantener las prestaciones sociales o de dependencia.

  Si tenemos un valor indiscutible, algo que forma parte del ADN de la nueva Castilla, es nuestro patrimonio y riqueza natural. Pero al girar la vista nos encontramos con que el Tajo sigue siendo el único río hipotecado con un trasvase, el Júcar se controla desde Valencia y el río Segura desde Murcia. Y para colmo, no solo es que no tengamos políticas ambientales y sostenibles, es que directamente nos van a traer los residuos nucleares prácticamente al corazón de la Mancha. Damos mucho, de esta región sale solidaridad y vida, a cambio recibimos migajas de grandes proyectos y la basura nuclear. Al menos espero que todo lo que está ocurriendo sirva para despertar conciencias, reaccionar y rebelarse, no estamos condenados a ser sumisos, ni al ostracismo, las cosas se pueden cambiar. Pero, como dice Saramago: no cambiaremos de vida si no cambiamos la vida.