¿Alguien da más?

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Editorial
Ante la situación de crisis, crece el interés hacia las subastas de organismos públicos en las que se pueden obtener precios más económicos.
Y es que también se eleva el número de propiedades afectadas por estos procesos aunque, por el momento, no de forma muy significativa, particularmente en viviendas, porque los propietarios hacen todo lo posible para evitar la ejecución hipotecaria (incluso venderla a precios un 40% más bajos de la compra) y los bancos también negocian con el hipotecado fórmulas de pago pues no les interesa acumular una gran bolsa de viviendas. Entre los interesados en estas subastas predominan los que buscan oportunidades o ‘chollos’ que, en gran parte de los casos, adquieren con intención de revender, lo que convierte esta opción en una práctica donde el mal ajeno se convierte en el beneficio propio. Pero hay más opciones para beneficiarse de una subasta sin temor a la conciencia. Se trata de las ofertas inmobiliarias que muchas empresas están empezando a lanzar al mercado como nueva iniciativa de marketing. Los mecanismos de funcionamiento de las subastas que emergen son diversos -cambian en función de la firma que los realiza o del tipo de activo que se saca al mercado-, pero en general se realizan a través de internet o por medio de pujas, a sobre cerrado, que se depositan en una urna instalada en las oficinas de la empresa que realiza la operación. Sin embargo, suelen tener una característica en común: los precios están por debajo de la media de los inmuebles que cuentan con características similares, tanto por el lugar de ubicación como por las calidades del edificio. Pero no sólo son inmuebles los que han irrumpido en un mundo antes reservado a los grandes marchantes de arte. También los viajes, electrodomésticos, coches... todo lo que se pueda imaginar puede ser objeto de subasta. Para participar hay que contar con unos determinados requisitos y, sobre todo, con elevadas dosis de sensatez. ¿Alguien da más?