Alrededor de seiscientas personas se entregaron a Isabel Pantoja en el Buero Vallejo
Todo el auditorio la esperaba como agua de mayo, y también multitud de curiosos que aguardaban fuera del Buero Vallejo. De hecho, no se recordaba tal expectación en este teatro que ha acogido a artistas de todo tipo. Y es que no todos los días se pude conocer más o menos a escasa distancia a la que es uno de los personajes más nombrados, parodiados y televisados en nuestro país. Pero Isabel Pantoja es mucho más que un personaje del corazón.
Cuando pisa un escenario, se convierte en otra persona, una artista, como gritaban algunas de las asistentes al concierto. Lejos de preguntas indiscretas y miradas incisivas, la cantante sevillana derrochó arte sobre un escenario que, en ocasiones, se le llegó a quedar pequeño. Puede resultar, no obstante, difícil tarea la de separar artista de personaje, pero los muchísimos años de carrera que Isabel Pantoja lleva a la espalda son un argumento para olvidarse, al menos lo que dura el concierto, de los vaivenes personales de esta mujer. Como suele ser habitual en sus conciertos, la sevillana apareció en el escenario vistiendo un traje de volantes, con flores rosas, y acompañado por un pañuelo con flecos amarillos. Nací en Sevilla fue su primera canción, con la que abría un repertorio que seguía los pasos a la cantante, desde su nacimiento, en la misma ciudad del Guadalquivir, hasta su éxito sobre los escenarios. La reconocidísima voz en off de José Luis Moreno fue presentando algunas de las etapas de esa vida, de la faceta menos conocida por el público. Duende, embrujo y artista fueron algunos de los calificativos de este maestro de ceremonias en la sombra, que fueron acompañados por otros gritados desde las butacas, como guapa. La cantante, en un gesto de cercanía con sus admiradores, se desplazaba de un lado a otro del escenario repartiendo besos, miradas y saludos, que eran correspondidos con espontáneos aplausos en plena ejecución del tema. Acompañada por una docena de músicos y cinco parejas de bailaores, la sevillana, que se subió por primera vez al escenario a los siete años como recordó la voz en off a las cerca de 600 personas que llenaron el auditorio, continuó el recorrido por su vida con al canción Isabel Pantoja, donde dejó claro por qué es una de las cantantes más reconocidas de nuestro país. Este tema descubrió también el primer cambio de vestuario, dando paso a un traje blanco brillante, con el pelo suelto, y unos tacones de infarto, que no dejó de taconear durante gran parte de la noche. Fue por tu voz fue una de las más coreadas por el público, aunque se quedó en nada cuando interpretó Garlochí, con un auditorio entregado que no dejó de cantar "pan tostaíto y migaíto con café". Los aplausos que generó esta canción, muchos de ellos de personas en pie, llenaron de emoción a la tonadillera, que tuvo que secarse las lágrimas en varias ocasiones. Algunos de los grandes éxitos se reservaron, como sucede con el postre, para el final. Así, fue la interpretación de Marinero de luces la que cautivó completamente al público. Sin duda, una actuación que se tardará en repetir en Guadalajara. De hecho, dos señoras trataban de entrar en el concierto pasados 45 minutos del comienzo. "No me importa pagar toda la entrada, porque merece la pena verla aunque sea media hora".