Alternativas

17/03/2016 - 23:00 Jesús Fernández

No hay alternativa para los valores. No hay alternativa a nuestra Constitución. En el escenario político actual se habla mucho de alternativas. No hay alternativas para los grandes principios de la cultura o democracia occidental. Lo demás son puras estrategias. En la democracia de situación en que vivimos, se coge el problema del momento (crisis económica, desempleo, emigración, refugiados, exclusión, pobreza) y se construye un discurso sobre él. Cuando se proponen alternativas, soluciones, salidas, rupturas, cambios, detrás de todo eso no hay más que una fiebre o prisa de alcanzar el poder. En conclusión, se están instrumentalizando los problemas humanos para conquistar el poder. No hay verdaderas alternativas. O esa es la mayor alternativa, suceder o alternar en el disfrute del poder a quienes lo tienen actualmente. Cuántas cosas suceden en democracia que no se pueden decir.
¿Qué es una alternativa en democracia? Un conglomerado de soluciones distintas para los problemas de siempre. Pero no suprimen los problemas porque se aprovechan de ellos. Resulta muy sospechoso que los llamados populismo en Centro Europa son de derechas y entre nosotros son de izquierdas. Pura posición, distancia y situación en relación con el gobierno vigente. Son solamente relaciones entre los partidos que no contemplan al ciudadano y sus necesidades. Es una piratería entre ellos. Luchan contra la hegemonía de los demás partidos (que llaman mayorías absolutas) pero las quieren para ellos mismos. Incorporan otros elementos como son la protesta, el descontento y la indignación emocional pero sólo como estrategia provisional. Las protestas no son fines ni mejoras sino posicionamientos.
Las alternativas comienzan por un desprecio y terminan en un aprecio de las viejas prácticas en política. Entusiasman al principio pero defraudan al final. Comienzan las divisiones y los enfrentamientos entre los que han descubierto el engaño y la maniobra de la intención y la falsa promesa de poder. Muchos han sido sorprendidos en su buena fe por la mala fe de los profetas alternativos. Es muy difícil disimular tanto tiempo ante las ansias de poder que pasa a su lado. Es como si a un sediento no le dejan beber del agua fresca que ve correr delante de sus ojos. Está prohibido a los subordinados manifestar a los superiores los límites o agotamiento de sus expectativas. Se cansan de esperar, de obedecer y comienza la rebelión interna. Desaconsejan votar a otros partidos para ocupar el lugar de ellos. La alternativa es un desalojo en toda regla para ocupar ellos el poder. La cultura de la bienvenida a los nuevos partidos alternativos se va a trocar en decepción con la vuelta a la rutina del engaño, de los intereses y de la demagogia. La alternativa del poder es otro poder bien llamado contrapoder. Aceptamos la validez de esta imagen: cuando la democracia sale por la puerta, el totalitarismo asalta y entra por la ventana. No hay alternativa a la democracia.