Año de pocos proyectos

04/01/2013 - 00:00 Redacción

 
 El inicio de un nuevo año implica necesariamente balances de lo realizado el año anterior y declaración de intenciones de cuanto se piensa acometer en el inmediato futuro. El resumen de lo previsto para la provincia de Guadalajara es la ausencia de grandes proyectos, el mantenimiento de las infraestructuras actuales con las obras de acondicionamiento o reparaciones necesarias y la mejora de algunos servicios municipales en las diferentes localidades por voluntad de sus respectivos ayuntamientos. No hay anuncios de calado que ilusionen a la población y redunden en una mejora de la calidad de vida. Lo más agradable de todo será el inicio, aún están las obras sin adjudicar, de un parque acuático cerca del Pabellón Multiusos y el término de las obras de la calle Francisco Aritio, una de las entradas a la ciudad y a la vez una de sus vías más transitadas. La ‘patata caliente’ volverá a ser el inicio de las obras del Parador de Molina, elemento revitalizador de una comarca más necesitada de impulso, aún, que las demás.
 
  El empuje de La Otra Guadalajara y sobretodo la inclusión del gasto en los Presupuestos Generales del Estado invitan al optimismo, pero cuando ya nos lo creemos nos viene a la memoria la Autovía de la Alcarria, paralizada desde 2011, la conversión de la N-211 en la Autovía Alcolea del Pinar-Monreal del Campo, proyecto en el olvido como la conexión de las autovías A-1 y A-2 para el pleno desarrollo del Corredor del Henares o el tercer vaso de la planta de residuos de Torija para el que no hay partida asignada este 2013. Las grandes obras pendientes siguen en el tintero y parecen condicionadas a la voluntad política o simplemente a la realidad económica. No son tiempos, seamos realistas, de nuevas obras públicas, solo de conservación de las ya existentes para que ofrezcan un óptimo servicio aunque ello signifique que las empresas españolas- y alcarreñas- orienten su actividad al extranjero y ofrezcan poco empleo en nuestro suelo. Aun así la economía no debe ser la excusa que silencie la voz de los ciudadanos en su legítima aspiración a que sus pueblos crezcan y se desarrollen.