Artur Mas ¿Quiere una catalunya independiente con una semidemocracia?

23/11/2012 - 00:00 Enric Barrull

 
 
 
   El Sr Mas, presidente en funciones de la Generalitat de Catalunya(*), debe responder ante su Región y ante España de algunas cuestiones que, como buen político de doble filo, se abstiene de plantear. Que lo debe hacer ante sus paisanos es evidente, pues es muy posible que les genere más inconvenientes que ventajas. Y que lo debe hacer ante España es inevitable, pues sin contar con el consenso del resto del país, nada puede hacer de provecho en lo que concierne a sus pretensiones. ¿Es Mas un político de doble filo? Sí, pero en su defensa, si es que la precisara, cabe aclarar que no es el único, pues tal condición la detenta el noventa por ciento de los políticos de país.
 
  En lo que hace al asunto de la independencia, lo será mientras no haga de modo claro e inteligible la pregunta clave sobre la independencia de Cataluña. No la puede hacer porque sabe que los catalanes no tienen más que la mitad de la clave para responder a la pregunta. La otra mitad de la clave, con más dígitos encriptados que la suya, está en manos de quienes no opinan lo que él quiere y que, en su mayor parte, ni siquiera viven en Cataluña En España, fuera de Cataluña, hay un convenio generalmente aceptado: Catalunya es una nación porque si se dice que es una Región parece ser que se es anti catalán y por extensión pro centralista y poco menos que franquista de toda la vida. Nada más lejos de la realidad. Catalunya es una Nación para los que lo quieran decir así y Cataluña es una Región para los que así lo quieran decir. Para los checos se dice Praha y para los de aquí se dice Praga.
 
  Así que fuera imposiciones y todos contentos. A nosotros nos da lo mismo por ser un asunto que, sin más, declaramos como atávico y en términos de sociología política, retraso decimonónico. Y, en estos momentos, hasta una reliquia ideológica, como lo es el asunto del independentismo, a todas luces demodé. Da la impresión a muchos de que el Sr. Más estaría dispuesto a plantear abiertamente una secesión de Cataluña a la catalana: sólo si los números de esta próxima votación para elegir a los parlamentarios catalanes dan las sumas oportunas, que se supone él y sus afines en este proceloso proyecto consideran válidas, demiúrgicamente hablando. Es como una sesión de magia de bajo nivel y bajo los efectos de sustancias psicotrópicas, de la que sólo pueden salir dolores de cabeza.
 
  Y ahora, al grano. Si Catalunya declara, referéndum de por medio, una independencia unilateral, la única posible, deberá proceder a realizar la misma consulta de manera periódica, pues lo que depende de la opinión de los votantes es de obligada repetición cuantas veces proceda, dado que la consulta cíclica de la opinión de los votantes es uno de los parámetros de la democracia.
 
  Y así las cosas, ¿qué pasará si los que han votado a favor de la independencia lo hacen en sentido contrario, por ejemplo, dentro de ocho años? En ese caso ¿se disuelve el Gobierno de Catalunya? ¿se jubila a los Embajadores y funcionarios de todo tipo asociados a las representaciones supranacionales? ¿Se vuelve a replantear el peso de la deuda externa? Y claro, también hay que preguntar al resto de los españoles si les interesa que Cataluña vuelva a ser una Región española, que a lo mejor no quieren. Ya que hemos mencionado a Praga, es preciso hacer constar que en nada, nada, se puede asemejar la escisión de Eslovaquia con las aspiraciones de parte de los políticos y población catalanes mediante un referéndum unilateral.
 
  Y resulta un ejercicio de voluntarismo, innecesario por improcedente, buscar paralelismos en el caso escocés. Desde luego, si en Cataluña lo que se pretende es aprovechar una coyuntura, la del descontento de hoy, para, utilizando herramientas democráticas, dar lugar a una situación de hecho irreversible, ese modo de actuar se podrá calificar como se quiera menos democrático. Por eso, el Sr Mas lleva a Cataluña a un estatus de semi democracia en el que una parte muy alta de la población hoy allí radicada y censada no estará de acuerdo, generando un serio problema sobrevenido que en buena lógica sólo tendría solución, desde Catalunya, aceptando una secesión a la pakistaní.
 
  Si Mas y los suyos quieren más Catalunya, lo que se les recomienda es más inteligencia y menos juegos de políticos que distraen, hoy, la atención sobre lo que debe ser el foco de la acción política y social, en lo cual el fracaso del Gobierno de Catalunya es clamoroso. (*)intencionadamente se han empleado, según la oportunidad, los términos Catalunya y Cataluña. .
 
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