Austeridad, racionalización y eficiencia capitalina

18/10/2011 - 00:00 Redacción


A escasos dos meses de que se acabe el año, llega el momento de que las administraciones locales se pongan manos a la obra para elaborar los presupuestos para 2012. Ese es el principal motivo por el que el Ayuntamiento capitalino anunciaba ayer un plan de recortes con el que pretende cuadrar las cuentas para hacer frente al que, dicen los analistas, será el año más duro de la crisis. Siguiendo la estela de la presidenta castellano-manchega y presidenta regional del PP, María Dolores de Cospedal, el equipo de Antonio Román hace encaje de bolillos para responder a las necesidades sociales a pesar de la reducción de ingresos. Fundamentalmente se trata de ajustar los gastos y apurar los ingresos, o lo que es lo mismo, conseguir sacar el máximo partido a los recursos municipales. Para ello se impone la austeridad, la racionalización del gasto y la eficiencia en la gestión, como único modo de conseguir equilibrar una contabilidad que debido a la crisis cuenta con un desfase de seis millones de euros. La caída de ingresos ocasionada, fundamentalmente, por la disminución de la actividad en la construcción; por la reducción, en un 10%, de la participación en los tributos del Estado y por la desaparición del Fondo Regional de Cooperación Local debe compensarse con un incremento en la recaudación, un ajuste en los gastos corrientes y una contención del gasto público. Sólo de ese modo se garantizarán las prestaciones sociales y el empleo en la capital. Disminuir la morosidad y revisar los impuestos y tasas municipales; enajenar centros municipales como medida recaudatoria; congelar las plantillas de empleados públicos (excepto policías y bomberos); reducir el absentismo laboral de los funcionarios; evitar las horas extra; reducir el gasto energético; suprimir los alquileres municipales o economizar un 10% en las próximas Ferias, no son más que algunas de las muchas propuestas que maneja el PP. Ni la solvencia económica, de la que ha presumido durante los últimos años el Consistorio capitalino, ni la eficacia en la gestión han sido suficientes para sortear una recesión económica que se ceba ahora con los ayuntamientos abocados a reajustes imprescindibles a pesar de su impopularidad.