Bibliotecas escolares clasificadas x

09/11/2013 - 00:00 Jorge Calandra

 
    
     El morbo referente a los asuntos de sexo, exhibicionismo y afines está a la orden del día entre los alumnos, que en torno a la edad del pavo tienen una revolución hormonal que deben aprender a controlar. Esto no llama la atención. Sí llama nuestra atención que los temas morbosos vengan de la mano de algunos centros escolares por medio de las bibliotecas y de sus responsables. Con la promoción de la lectura, de los hábitos de estudio y del trabajo con ordenadores, las bibliotecas escolares se posicionan en un lugar estratégico dentro de colegios e institutos.
 
  En este contexto este gran recurso educativo gusta de exhibir poemas de famosos, cuadros conocidos o libros de autores contemporáneos, por ejemplo. El caso es que en ocasiones, los libros u otros materiales que se recomiendan, y que aparecen en expositores al efecto, son muy poco apropiados para un centro escolar que se precie y son más dignos de una asociación dedicada a la difusión de temas eróticos. Conocemos varios casos, como el del centro escolar que contaba con el camasutra, u otro, que con la excusa de San Valentín exhibía el título en DVD “Sólo un beso”, con varias escenas de sexo explícito. Y es que la lista puede hacerse tan larga como se quiera; libros como “Exhibicionismo impúdico” no deberían figurar entre los recursos dirigidos a buenos lectores.
 
  Y es que no todo vale bajo la cortina de humo de la cultura. El asunto es que determinados responsables docentes parecen haber perdido el norte en relación a una sana moral y se dedican a difundir contenidos inmorales, sin darse cuenta de que hay unos padres detrás que suponen fiable todo aquello que venga de la escuela. Para más detalles, es necesario conocer que, con frecuencia, las bibliotecas se abren a todos los públicos en horario no lectivo por convenios de aprovechamiento de los recursos locales. A ellas acceden niños pequeños.
 
  En resumen, quizá nuestro querido lector eduque a sus hijos en la maravillosa virtud del pudor y tenga la desgracia de averiguar que el centro escolar, por medio de su biblioteca, echa por tierra esa buena semilla. Una solución es clara, aunque hace falta tacto y buena voluntad: la de elegir recursos que no toquen temas controvertidos, valores (o falta de valores) que pueden entrar en contradicción con los que los padres desean inculcar a sus pupilos. Pero lo dicho, hace falta buena voluntad y dejar a un lado el ideario propio: si un responsable de biblioteca es adicto al sexo, quizá no le importe recomendar libros de alto contenido erótico. Desde ADVCE creemos que debe controlarse este tema.