Billetes de la burra

18/03/2016 - 23:00 Antonio Yagüe

¿Los ministros de economía de la UE han pedido al Banco Central Europeo que retire de la circulación los billetes de 500 euros, rebautizados como los ‘Bin Laden’, porque, como hacía el famoso terrorista, suelen andar fuera de la vista del público general y, por tanto, nadie sabe dónde están. Consideran que la medida es necesaria para combatir la financiación del terrorismo, el crimen organizado y el blanqueo de dinero. De paso, sopesan nuevas restricciones a los grandes pagos en efectivo.
Acabando con el perro se acabará la rabia, seguro que dirán los mayores de mi pueblo al enterarse de que estos billetes van a desaparecer de tantos sueños, utopías y delitos. Y efectivamente, a grandes males grandes remedios, porque desde que existen, hace catorce años, se han utilizado con frecuencia para todo lo malo que existe en nuestros días. Sus creadores lo justificaron para facilitar las transacciones voluminosas. Pero se han convertido en una herramienta muy útil para delinquir.
Soy del 56% de europeos que nunca han visto uno más que en fotografía. Y por supuesto, ni tocarlos. Pero hay una minoría de delincuentes de diferente pelaje que los manejan a las mil maravillas. Tienen la ventaja de que ocupan poco, se guardan fácilmente bien apretaditos en algún escondite y suman mucho. Pero su utilidad lícita es mínima, sobre todo en un futuro inminente en que pagos y cobros se hacen con tarjetas, transferencias y aplicaciones electrónicas. Hay países, como Dinamarca, que ni si quiera imprimen ya papel moneda. El efectivo o tocateja parece que tiene los días contados.
Contaban en Labros que, en el siglo pasado, un comprador de corderos pagó con un “billete de la burra”, y los vendedores tuvieron que buscar dinero casa por casa para darle las vueltas. Según el Banco de España, este famoso billete, de 1.000 pesetas, se emitió en 1878. En el anverso aparecen Cervantes y una escena de Don Quijote y Sancho Panza montado en su famoso Rucio. Era una auténtica fortuna. Decir que Fulanito tenía uno era clasificarlo como rico. Luego la denominación pasó a aplicarse a todos los billetes de 1.000, cada vez con menos valor, hasta el famoso billete verde de postguerra. A quién le extraña que a nuestros días sólo hayan llegado cinco ejemplares?