Bled, la bella estampa de Eslovenia
05/07/2011 - 12:53
Esta bella localidad de los Alpes Julianos, de poco más de 5.500 habitantes y muy próxima a la vecina Austria, es toda una delicia visual para el que quiere visitar Eslovenia. Bled y su lago de origen glaciar no defraudan ni desde las cumbres cercanas ni de las mismas aguas en un bellísimo paisaje natural.
Bled adquirió su fama en 1855 cuando el doctor suizo Arnold Rikli inauguró un balneario especializado en curas de sol y tratamientos termales y en la actualidad es la postal más típica de este pequeño estado centroeuropeo por su castillo medieval, el más antiguo que se puede encontrar en Eslovenia, y por su lago de aguas cristalinas y de origen glaciar.
Casi en el centro del lago se levanta un islote coronado por el campanario de la Iglesia de Santa María de la Asunción que se eleva 60 metros. Oficialmente se trata de la única isla del país -que también tiene una zona costera marítima de 48 km.-, aunque los más puntillosos remarcan que existe otra de nombre Dolinjsha, en Otocez, en medio de un río y hoy convertida en hotel.
En esta pequeña isla los antiguos antepasados eslovenos adoraban a Ziva, la diosa del Amor y la Fertilidad de los antiguos eslavos y hace más de un milenio, el 10 de abril de 1004, Bled fue mencionada por primera vez en un documento histórico.
El emperador Enrique II donó estas tierras al Obispo de Bresanone y ya en la Edad Media la localidad floreció gracias a los peregrinos que en el siglo XIX fueron sustituidos por los primeros turistas que disfrutaban con las aguas termales del lugar. La fama de Bled creció tanto que en el siglo XX fue considerado el balneario más hermoso del imperio al ser punto de encuentro de la aristocracia europea más elitista.
Hoy, en pleno siglo XXI, no hay nada como ir en barca de remos ("pletna") -otra tradición, la de los remeros, que pasa de padres a hijos- o a nado hasta el conjunto monástico de la isla. Ese recorrido es toda una tradición entre las parejas eslovenas. Las que se van a casar porque supone una firme promesa de fortaleza y seguridad de cara a su inminente matrimonio y las no comprometidas porque resulta un desafío a superar. En todos los casos el novio sube en brazos a su chica o prometida y asciende por la monumental escalinata de 99 escalones. Una vez dentro de la iglesia tocan la campana principal tres veces seguidas para pedir un deseo que, según los fieles, acabará cumpliéndose. Las barcazas y los botes de alquiler se pueden alquilar por unos 12 euros en los embarcaderos de los hoteles.
Uno de los embarcaderos se encuentra en Vila Bled. Es el más histórico, pues fue residencia del Mariscal Tito y goza de una excelente ubicación (hay que tomarse un café o una cerveza desde la Terraza Belvedere aunque solo sea por divisar la panorámica del lago). En su interior, donde se respira una atmósfera de los años cincuenta, destaca su distribución: dispone de más suites, veinticuatro, que habitaciones standard, sólo siete y algunas de ellas tienen objetos originales de la época del presidente yugoslavo. Desde hace algo más de veinte años ya no reside nadie en la isla.
Hoy un pequeño restaurante y una tienda de regalos concentran a los turistas que disfrutan de una panorámica grandiosa de este hermoso lago, cuyas aguas en verano alcanzan los 25 grados y que se congelan en invierno cuando la temperatura marca -20 grados. En verano el lago, la estampa favorita de Eslovenia, está salpicado de nadadores que disfrutan de sus aguas, pero bajo su responsabilidad pues no existe vigilancia alguna. Otros prefieren rodearlo en un agradable paseo a pie de unas dos horas.
La otra visita imprescindible de Bled es la de su castillo, construido sobre la cima de un acantilado de 130 metros de altura, fundamentalmente por sus magníficas vistas desde la terraza. La visita a esa fortaleza también requiere energía para la ascensión, está vez a través de las estrechas escaleras y las empinadas callejuelas el barrio antiguo, pero el camino resulta muy agradable, pues está repleto de rincones sombreados donde descansar o, mejor aún, locales acogedores para tomar una buena cerveza eslovena.
Como si la fortaleza estuviera sacada de un cuento infantil, el turista puede sorprenderse con la visita a la imprenta, copia de la original de Guttenberg, la capilla o a la bodega medieval. Todo el conjunto es del siglo XI y también merece la pena visitar la capilla y el patio de armas, escenario de conciertos de música clásica y representaciones teatrales en verano.
Casi en el centro del lago se levanta un islote coronado por el campanario de la Iglesia de Santa María de la Asunción que se eleva 60 metros. Oficialmente se trata de la única isla del país -que también tiene una zona costera marítima de 48 km.-, aunque los más puntillosos remarcan que existe otra de nombre Dolinjsha, en Otocez, en medio de un río y hoy convertida en hotel.
En esta pequeña isla los antiguos antepasados eslovenos adoraban a Ziva, la diosa del Amor y la Fertilidad de los antiguos eslavos y hace más de un milenio, el 10 de abril de 1004, Bled fue mencionada por primera vez en un documento histórico.
El emperador Enrique II donó estas tierras al Obispo de Bresanone y ya en la Edad Media la localidad floreció gracias a los peregrinos que en el siglo XIX fueron sustituidos por los primeros turistas que disfrutaban con las aguas termales del lugar. La fama de Bled creció tanto que en el siglo XX fue considerado el balneario más hermoso del imperio al ser punto de encuentro de la aristocracia europea más elitista.
Hoy, en pleno siglo XXI, no hay nada como ir en barca de remos ("pletna") -otra tradición, la de los remeros, que pasa de padres a hijos- o a nado hasta el conjunto monástico de la isla. Ese recorrido es toda una tradición entre las parejas eslovenas. Las que se van a casar porque supone una firme promesa de fortaleza y seguridad de cara a su inminente matrimonio y las no comprometidas porque resulta un desafío a superar. En todos los casos el novio sube en brazos a su chica o prometida y asciende por la monumental escalinata de 99 escalones. Una vez dentro de la iglesia tocan la campana principal tres veces seguidas para pedir un deseo que, según los fieles, acabará cumpliéndose. Las barcazas y los botes de alquiler se pueden alquilar por unos 12 euros en los embarcaderos de los hoteles.
Uno de los embarcaderos se encuentra en Vila Bled. Es el más histórico, pues fue residencia del Mariscal Tito y goza de una excelente ubicación (hay que tomarse un café o una cerveza desde la Terraza Belvedere aunque solo sea por divisar la panorámica del lago). En su interior, donde se respira una atmósfera de los años cincuenta, destaca su distribución: dispone de más suites, veinticuatro, que habitaciones standard, sólo siete y algunas de ellas tienen objetos originales de la época del presidente yugoslavo. Desde hace algo más de veinte años ya no reside nadie en la isla.
Hoy un pequeño restaurante y una tienda de regalos concentran a los turistas que disfrutan de una panorámica grandiosa de este hermoso lago, cuyas aguas en verano alcanzan los 25 grados y que se congelan en invierno cuando la temperatura marca -20 grados. En verano el lago, la estampa favorita de Eslovenia, está salpicado de nadadores que disfrutan de sus aguas, pero bajo su responsabilidad pues no existe vigilancia alguna. Otros prefieren rodearlo en un agradable paseo a pie de unas dos horas.
La otra visita imprescindible de Bled es la de su castillo, construido sobre la cima de un acantilado de 130 metros de altura, fundamentalmente por sus magníficas vistas desde la terraza. La visita a esa fortaleza también requiere energía para la ascensión, está vez a través de las estrechas escaleras y las empinadas callejuelas el barrio antiguo, pero el camino resulta muy agradable, pues está repleto de rincones sombreados donde descansar o, mejor aún, locales acogedores para tomar una buena cerveza eslovena.
Como si la fortaleza estuviera sacada de un cuento infantil, el turista puede sorprenderse con la visita a la imprenta, copia de la original de Guttenberg, la capilla o a la bodega medieval. Todo el conjunto es del siglo XI y también merece la pena visitar la capilla y el patio de armas, escenario de conciertos de música clásica y representaciones teatrales en verano.