Borrachera de leyes
Entre el alud de críticas al franquismo figura la de que gobernaba a golpe de BOE. Lo mismo se dice del actual Gobierno y del anterior de Zapatero. Y en ambos casos, también es cierto. Un estudio del Instituto de Empresa muestra que desde la etapa de Adolfo Suárez (1978) los decretos publicados muchos con buena intención y bien encaminados- se han multiplicado por más de treinta, y pone en evidencia la obsesión de muchos gobernantes y parlamentarios por resolverlo todo con incontables normas. También caen en el vicio los ejecutivos autonómicos que ahora se renuevan. La Comunidad de Madrid es, como en tantas cosas, líder en esta incontinencia. El año pasado publicó en su boletín 94.159 páginas. Detrás figuran Castilla y León (87.936 páginas) y Cataluña (74.884). Incluso Murcia imprimió 50.265 y nuestra Castilla-La Mancha 40.551. Nadie puede pensar que la realidad social es más del doble de complicada en la comunidad madrileña que en la de Cospedal, diez veces más extensa. O que aquí se dejan de regular áreas esenciales.Para los expertos, la proliferación normativa denota el afán intervencionista de las administraciones y que no se controla la calidad del grueso de lo publicado. El peligro y la tentación de resolverlo todo con incontables normas, advierten, se acentúa en períodos electorales interminables como el presente. La verborrea normativa permanente de hasta cuatro administraciones (central, autonómica, diputación y local) , como se ha quejado el presidente de la CEOE, Juna Rosell, es poco útil para la sociedad. Supone un aumento del gasto a las empresas y un freno a la innovación. Al tener que estar siempre pendientes de la regulación exhaustiva, decaen solicitudes de patente, modelos de utilidad y diseños industriales. Paradójicamente, de esta borrachera de leyes se viene escapando una como existe en toda Europa- que vete la publicidad y el patrocinio del alcohol a menores y la práctica de botellones en espacios públicos. O la que debería restringir las nuevas ofertas de juego online y las máquinas de apuestas deportivas, que, según los psiquiatras, crearán una generación de menores ludópatas. Don Quijote, o mejor su padre Cervantes, ya le aconsejó a Sancho hace 500 años a la hora de gobernar su ínsula: Pragmáticas (leyes) pocas, y que se cumplan. Lo último es otro pecado añadido.