Buenas carreteras

22/11/2013 - 00:00 Luis Monje

 
   
  Un buen reportaje de J. Pastrana se ocupaba tiempo atrás del plan de carreteras de la Diputación, sin entrar en su estado actual. Yo, que viajo por la provincia desde hace 60 años, antes por motivos profesionales y ahora por afición, aprovecho la oportunidad para hablar, y bien, de la red viaria provincial. Cuando viajo a nuestros pueblos y paisajes, no dejo de comentar el excelente estado de nuestras carreteras. Da gusto circular por ellas, incluidas las locales. No importa que vayamos a una aldehuela perdida. Aunque no sea ancha la calzada, el firme está impecable. Por lo menos en las serranías de Atienza y la Alcarria, que son las que más frecuento. Y las que he recorrido de Molina tienen la misma atención Aún en los tiempos del macadán (piedra machacada y rodillo apisonador), nuestra provincia estaba a un gran nivel de carreteras. No hace mucho recordaba aquí que cuando Franco inauguró las presas de Entrepeñas y Buendía en julio de 1958, felicitó al ingeniero jefe de Obras Públicas por el estado de las carreteras, aunque eran de macadán las provinciales. La primera asfaltada que recuerdo en los comienzos de los sesenta era la transversal que pasa por los Condemios hacia Galve. Y resultó ser una pista forestal.
 
  El que elogie las carreteras actuales no quiere decir que no haya excepciones: la que va de Casas de San Galindo a Valdearenas, y la de la presa de La Tejera a la N-II. Por lo menos así las ví hace un año. Y supongo que habrá alguna más. Recuerdo dos anécdotas como consecuencia de mi interés por las carreteras, convencido de que sin cómodos accesos no habría futuro para nuestros pueblos. Hacia 1958, me costó un disgusto la osadía de preguntarle respetuosamente por escrito al director general de Carreteras por qué la variante de la N-II a su paso por nuestra ciudad necesitaba una inversión de más de 20 millones de pesetas si apenas dos años antes había sido inaugurada con un presupuesto de unos 30 millones. Unos años después publiqué en ABC una crónica con el detonante título “30 millones para estrechar la carretera general”, lo que era la opinión general. Las obras eran en las rectas de Ledanca y Almadrones para suprimir los bordillos No le gustó al director general, pero se limitó a replicarme a través del periódico. Se me queda corta la columna para reiterar el placer de conducir por las cuidadas carreteras provinciales, incluidos los ramales, No siempre se va a escribir para criticar.