Buitres en peligro

19/10/2015 - 23:00 Antonio Yagüe

Tienen tan injusta mala prensa que se utiliza su nombre como adjetivo de malas prácticas económicas. También se olvida que consumen anualmente unas 10.000 toneladas de carroñas en España, evitan el gasto de millones de euros en combustible para la recogida, transporte e incineración de cadáveres, y la liberación de 193.000 toneladas de CO2 a la atmósfera. Así lo advierte la organización SEO/Birdlife, que alerta sobre su mortandad en España, donde vive el 85% de esta población europea. Ya se han visto cadáveres en el Valle del Mesa, donde anidan a mansalva, como en el Alto Tajo y el Río Dulce. Los científicos apuntan al diclofenaco, un medicamento utilizado para evitar el dolor en el ganado y al que son tan sensibles que al carroñear animales tratados con él les provoca un fallo renal letal, que los ha diezmado en la India. En el Día Mundial de las Aves han pedido que se prohíba, pues hay antiinflamatorios “igual de eficaces y con coste similar”. Ya lo pasaron mal estas aves, que durante millones de años han sido los limpiadores más eficaces del mundo natural, cuando el mal de las vacas locas vetó el abandono de reses muertas en muladares. En 2011 se volvió a permitir, pero hace un año se autorizó el uso de este fármaco mortal para ellos. El ornitólogo Munir Virani cuenta que, pese a sus potentes sistemas digestivos, son frágiles. Hasta el 80% no cumplen un año por caídas del nido u otras causas. Pero no son tontos. Realizando un reportaje en Monfragüe me encontré, en la cima de un peñasco, con unos cámaras de Televisión Francesa, que no lograban filmar un festín de buitres en torno a una ternera que habían comprado y abierto en canal en el prado. “Pesará cada uno de 6 a 8 kilos y si se zampan otros tantos de carne, no pueden levantar el vuelo y temen que los cacen y maten”, comentó un campesino que se acercó a curiosear. ¿Qué hacer? “Muy fácil – les dijo- traer la vaca aquí al alto, o cerca del barranco, donde en caso de emergencia ellos se lanzan y escapan.” Por algo en mi pueblo procuraban llevar las ovejas muertas en torno al castillo y las mulas al barranco del Cerrillo.