Campeones del tiempo

11/06/2015 - 23:00 Antonio Yagüe

A los políticos, en fiestas y a cualquier hora en este año hiperelectoral, les gusta fotografiarse con personas que superan los 100 años. Lo tienen cada vez más fácil. En España ya suman, según el último censo, 14.611 y en la provincia de Guadalajara 107. Casi el triple en general que en 2002. Son abuelos centenarios, del siglo pasado y de este, que han vivido la época de las dos guerras mundiales, la civil española, 40 años de franquismo y casi otros tantos de democracia. La clave, según los expertos, es llevar una vida sana, tener familiares longevos y un poco de suerte. María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, asegura que nuestra salud y longevidad depende en un 20% de la genética y en un 80% de la vida que llevemos. Se ha comprobado en estudios con gemelos univitelinos. En ese 80% se incluye el tipo de vida llevada, en qué ciudad vives y el estrés laboral o emocional. Y la suerte o la mala suerte que hayas tenido, dónde has estado, qué has hecho y cosas que no decide uno como sufrir un accidente o la muerte de un hijo. Tras analizar a 118 ancianos de 100 años la Sociedad Española de Cardiología considera decisivo tener «un corazón bastante fuerte». ¿Cómo? La gran mayoría mostraba hábitos saludables, sin tabaco y otros excesos, eran personas activas hasta bien entrada la vejez y buena parte tenían o habían tenido algún familiar de 90 años o más. Como en casi todo hay excepciones, como Santiago Carrillo, el histórico dirigente comunista que murió casi con un pitillo en la boca con 97 años y por poco llega. La edad no es cuestión de arrugas, sino de de vivencias. En la bruma del tiempo recuerdo un reportaje especial que realicé con ocho campeones, precisamente del tiempo, con más de un siglo de vida, de diversas partes de España. Una mujer de Roa de Duero, con 104 años, me dijo que seguía sus costumbres de joven: buen cordero y el famoso vino de Ribera. Quizá por eso llegó a esta cuarta edad, como la denominan los demógrafos, y que copan las mujeres en un 85%. Pero es mejor no envidiarlos. La envidia es una declaración de inferioridad, decía Napoleón.