Campos violetas, pueblos vivos
Es una certeza que cuando hablan de la Provenza española no es un atributo gratuito, como tampoco es fruto de un regalo que he podido apreciar en esta visita.
Las capacidades del territorio necesitan de la buena política, la que genera oportunidades para quienes deciden seguir viviendo en los pueblos y, a la vez, los transforman para que sean atractivos para otros. Con generosidad, con la sensación de que eso que se tiene donde uno vive es tan hermoso que tiene que ser compartido y disfrutado por muchos otros. Es lo que encarna Luis Viejo, alcalde de Brihuega, quien ha hecho que su pueblo sea referencia para otros territorios, que lo visitan atraídos por el hermoso florecer de la lavanda, el lavandín y otras aromáticas, y las oportunidades que estos cultivos está suponiendo para el territorio.
Los sentidos se activan, más allá de los relatos de idealización del medio rural, tan alejados de las realidades. Y es una certeza que cuando hablan de La Provenza española no es un atributo gratuito, como tampoco es fruto de un regalo lo que he podido apreciar en esta visita. Decir que la formación es una inversión no es gratuito, aquí se ha invertido para aprovechar la actividad en torno a la lavanda al máximo, y destaca la Diputación Provincial de Guadalajara. Su presidente, José Luis Vega, tenía muy claro que si preparamos a quienes viven en el territorio en digitalización, marketing, o dinamización turística, y se aumentan los recursos para mejorar el cultivo y las explotaciones, se siembra futuro. Eso ha hecho la buena política.
En el Senado tuvimos la oportunidad de aplicarla. Los senadores por Guadalajara, Riansares Serrano y Rafael Esteban, trabajaron con el territorio y otras fuerzas políticas para forjar un Pacto por la Lavanda, en defensa de un modelo de desarrollo del territorio, sostenible en lo social, económico y ambiental. Como trabaja incansablemente por su provincia, la diputada y exministra Magdalena Valerio, que nos acompañó en la visita.
La sencillez de la lavanda y las aromáticas, poco exigentes para su cultivo, se han convertido en palanca de desarrollo, a lo que se asocian proyectos tractores de desarrollo turístico que pudimos conocer de primera mano. Ejemplos claros de que hay ideas y compromiso para desplegar todo el potencial del territorio son el establecimiento hotelero que tratará de reflejar el esplendor que tuvo la Real Fábrica de Paños en el Siglo XVIII, la restauración del patrimonio cultural que supone el Castillo de la Piedra Bermeja, o la recuperación de la antigua Sinagoga.
Conocimos La Alcarria de la mano de su miel cuando llegaba a nuestros hogares. Ahora, ese violeta claro que cubre sus campos, y en el que trabajan incansables las abejas, es un vergel para el empleo y las oportunidades, que se conjuga con otras iniciativas como las energías renovables.
Eso es afrontar el reto demográfico desde la proactividad. Poner a las personas y sus necesidades en el centro de la política es lo que hacemos las y los socialistas cuando hablamos de reto demográfico. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo dice de forma muy clara: “Nuestros pueblos deben ser territorios de esperanza.”
Y la esperanza comienza por las niñas y niños. Debemos asegurar, desde la política, que tengan oportunidades para estudiar en sus colegios, con una sanidad pública que los atienda en los pueblos, con bibliotecas donde crecer intelectualmente, como lo hace la lavanda en el campo.
Regresando a Madrid reflexiono sobre lo importante que es conocer el territorio, lo esencial de la política de lo sencillo y diario para quienes viven en los pueblos. Pienso en lo que necesitan, aún más tiempos de crisis global como los que atravesamos, y llego a la conclusión de que tenemos suerte porque hay gobiernos sociales y ejemplares en Castilla La Mancha y en España. Ejecutivos que tienen muy claro que se debe proteger lo más frágil, y hacerlo apoyándonos en nuestras fortalezas: nuestros territorios, nuestros pueblos.