Carnavales y Santa Águeda
07/02/2016 - 23:00
Los caprichos del calendario han querido que este fin de semana hayan coincidido en el tiempo dos fiestas milenarias que forman parte de la tradición religiosa y permanecen muy arraigadas en el costumbrismo de nuestros pueblos. Santa Águeda tiene como fecha marcada por la Iglesia Católica el 5 de febrero , el mismo día en el que mundo se condenan las mutilaciones genitales a las mujeres, una barbaridad que todavía en el siglo XXI se practica hasta en 29 países de África, aunque en 25 de ellos esté prohibida. A la santa, que vivió en el siglo III, se le cortó un pecho por no quererse mostrar desnuda ante un cónsul romano, siendo un símbolo de pureza, dignidad y martirio, e invocada como abogada de las enfermedades de las mamas. Sin embargo su popularidad le llegó por el siglo XVI cuando, como fiesta previa al carnaval, las mujeres invertían ese día sus papeles sociales revelándose contra el poder establecido y el dominio masculino para mandar por un día sobre ellos de manera más o menos despótica con diversas costumbres. Se convirtió así en un símbolo del feminismo. Aunque en pleno siglo XXI se ha avanzado mucho, no plenamente todavía, en la igualdad de género y son muchas las mujeres que tienen ese simbólico bastón de mando durante todo el año, la fiesta sigue celebrándose porque está en nuestras raíces y así nos gusta hacerlo.
Lo mismo sucede con el carnaval, cuyo sentido es una cierta permisividad del cristianismo hacia conductas de ridiculización de los gobernantes, los nobles, el clero y la propia moral religiosa que podría provenir de las Saturnales romanas y las orgías en honor a Baco. Representa un paganismo que finaliza con la vuelta al orden religioso tras la victoria de doña Cuaresma y la prohibición de la carne. Existe también hoy libertad religiosa en un estado aconfesional, que no laico, pero las profundas raíces cristianas de nuestra sociedad, que mayoritariamente sigue profesando esta fe, nos lleva a seguir reviviendo el jolgorio, al igual que con Santa Águeda, sin profundizar demasiado en su significación, tal vez por pura diversión y costumbre.