Carta a Felipe VI
19/06/2014 - 23:00
Podría empezar esta carta con el me llena de orgullo y satisfacción, al que nos tiene acostumbrados su padre en su Mensaje de Navidad, pero prefiero aparcar las referencias al pasado y centrarme en el nuevo reinado. Ya se encargará la historia de juzgar los treinta y nueve años de Don Juan Carlos, el periodo más largo de estabilidad democrática en esta España que tanto le debe de preocupar y de ocupar a usted en estos momentos. El listón, pese a los sonados tropiezos de los últimos años, se lo han puesto muy alto.
Usted es consciente de ello, como también es consciente de la preocupante pérdida de confianza del pueblo español en sus dirigentes y en determinadas instituciones. Por lo tanto, no va a ser un camino de rosas. Tendrá usted que enfrentarse a una realidad complicada, pero mejor de la que se encontró su padre a mediados de los setenta, cuando apostó por la democracia. Además, me consta que está usted preparado para asumir los cambios que están transformando nuestra sociedad y también capacitado para ejercer ese papel de árbitro que tiene asignada nuestra monarquía parlamentaria. Somos un país de extremos. Un país en el que hoy puedes ser un héroe y mañana un villano. Por eso, le conviene distanciarse de las refriegas políticas y de los debates que no buscan el acuerdo, sino la pura y simple aniquilación del adversario. Y, por supuesto, evite a los cortesanos.
En las pocas ocasiones que he podido tratarle una entrevista institucional en Zarzuela, durante mi etapa en RTVE,y la visita a Onda Cerode hace un par de años me ha causado una grata impresión. No es usted tan campechano como su padre, pero sí educado y con una magnífica información sobre los problemas de España. Además, tampoco tiene usted que esforzarse por contar bien los chistes ni por caer gracioso, sino por ser el rey de todos los españoles y el gran valedor de una necesaria regeneración democrática. No se preocupe usted por las proclamaciones republicanas de Cayo Lara cuyo partido fue legalizado tras la proclamación de su padre, ni por quienes no saben diferenciar una monarquía parlamentaria de una república bananera. Usted a lo suyo. Y que le vaya bien, porque nos jugamos mucho. Las otras alternativas nos llevarían al desastre.