Cataluña, 'na'
Había empezado a escribir con el tìtulo de Cataluña, ¿Qué? y lo he cambiado por Cataluña ¡na!,al conocer los resultados del domingo, porque en nada, o en muy poco, han quedado las fantochadas y los cientos y aun miles de millones de euros que Mas ha invertido en lavar el cerebro de los catalanes para que se tragaran las mentiras que cada día inventaba sobre el hipotético pasado de Cataluña como nación cuando a lo más que llegó es a Condado del Reino de Aragón. Ni fue nunca Cataluña una nación ni España la venció e invadió en una guerra. Ni siquiera la bandera cuatribarrada nació en Cataluña sino en Aragón, y fue el Rey aragonés Alfonso II quien primero la utilizó como enseña real a mediados del siglo XII. Toda aquella fanfarronada de que no habría peces en el Mediterráneo que no llevaran la cuatribarrada en el lomo, hace alusión al poderío del reino de Aragón, que extendió su poder hasta las costas itálicas después de incorporar Valencia, Mallorca y Navarra.. Mentira es también, no sólo el España nos roba sino el mantra de que España invadió Cataluña en la Guerra de Sucesión, no de Secesión, puesto que se trataba de encontrar un sucesor a Carlos II, el Hechizado, el último de los Borbones, que no tuvo hijos Y Cataluña se equivocó de bando cuando la Casa de Austria disputó a los Borbones la Corona de España pues en la guerra que suscitó, con intervención de varias naciones, la victoria se inclinó por los Borbones al ser derrotados los austriacos en las decisivas batallas de Brihuega y Villaviciosa, en diciembre de 1710, como recuerda un monolito erigido en los campos de Yela. En mentiras como éstas ha basado Mas su campaña independendista aprovechando la ignorancia histórica de las generaciones formadas a raiz de que la educación fuera transferida a la Generalitat. . Cataluña tiene el mismo derecho a independizarse de España que el Valle de Arán a separarse de Lérida, y esa provincia de Cataluña. En fin, ahora me doy cuenta de que esta Brújula me ha salido quizá demasiado historicista. Mas ha fracasado, aunque su obcecación le lleve a proseguir con su obsesión soberanista hasta lograr la base popular suficiente para poder intentarlo otra vez con más éxito. Ha hecho el ridículo a nivel internacional y ha cavado su tumba política, y mucho más ahora como imputado.