Cataluña y otras papelinas

26/11/2012 - 00:00 Santiago López Castillo


 
 Comparezco de nuevo para ser leído, señoras y señores, con la venia de todos ustedes, tras un paréntesis corto pero significativo por aquello de quíteme usted estas pajas sobre la libertad de expresión y la rocambolesca interpretación de la censura. Decía el escritor Jules Renard que los ausentes se equivocan siempre al volver y, si así fuera, me hubiera quedado fuera tan ricamente donde tampoco se pasa mal como se afirma. Lo hago en memoria de mi madre, guadalajareña de amor aunque madrileña de adopción, toda la vida, y también regreso por mi viejo joven amigo Pedro Villaverde Embid, que sigue teniéndome abiertas las páginas del periódico. Tras el exordio, a modo de explicación, ha de meterse usted en faena e intentar coger el rábano por las hojas. En esta ocasión, la Cataluña soberanista.
 
   Escribo este artículo antes de conocerse el escrutinio de las elecciones. Da igual. Con mayoría absoluta o simple, el iluminado de Mas, cada vez menos, chiste fácil pero certero, aunará voluntades separatistas como Ezquerra Republicana o el Partido Socialista de Cataluña, llegado el caso, porque lo mismo se apunta a un que a un descosido. Se le ha metido en la testa de este bravucón la independencia de la región, sí, región, sí, comunidad, pero no Estado por más que lo dibuje en su mapa antiespañol a instancias de Rodríguez Zapatero. Para más INRI, el president, en español, presidente, de la Generalitat, en español Generalidad, el muy “honorable” es sospechoso de trinques y turbias conductas.
 
   Dime de lo que presumes y te diré de qué careces. Y luego se defiende con querellas a troche y moche pero mucho me temo que “El Mundo” tenga razón pues es periódico de gran solvencia en las informaciones de investigación. El supuesto informe policial ha puesto en pie de guerra -lleva así desde que se subió al cargo- a este Arturo Mas fanfarrón, provocador, chulesco, engreído…, resucitando fantasmas guerracivilistas. Pero él debe desconocer la historia de Cataluña en el año 32, por ejemplo. Ha caído en mis manos una octavilla que circulaba por España en aquel año. Decía así: “¡Español! ¡Guerra al Estatuto catalán! En tanto en cuanto el intelectual, el obrero y el profesional castellanos no podrán ejercer cargos en Cataluña, los catalanes podrán hacerlo en toda España”.
 
  Y proseguía el papel propagandístico: “Mientras las contribuciones e impuestos graven hasta el límite a los demás españoles, los catalanes sonreirán magníficos ante nuestra muerte económica”. Y tras recomendar que no se compren productos catalanes sentenciaba: “Para Cataluña salieron millones y millones de pesetas y se dictaron leyes proteccionista en tanto en cuanto Castilla sucumbía por falta de protección y auxilio”. Con esta posdata: “En este comercio no admitimos visita de viajantes catalanes o que representen casas catalanas, interin no sepamos el resultado de la discusión del Estatuto”. Imp. Ramiro Gómez.- Talavera.Lo que va del 32 al 2012. Ciento ochenta años. Parece que fue ayer.