Catecúmeno

26/03/2015 - 23:00 José Serrano Belinchón

No resulta de uso muy común la palabra “catecúmeno”, menos todavía desde que la cultura religiosa -tan rica en contenido y tan antigua como el hombre- viene a ser considerada como materia de minorías y opcional, en el mejor de los casos, en los últimos planes de estudios. De entrada a este comentario me limito a transcribir la definición que sobre dicha palabra recoge el Diccionario de la Real Academia, y que es la siguiente: “Persona que se está instruyendo en la doctrina y misterios de la fe católica, con el fin de recibir el bautismo”, en tanto que al tiempo en que se imparte o recibe esta instrucción se le llama “catecumenado”. En estos momentos, cuando la preocupación y la ocupación de la mayoría de los españoles anda por otros derroteros, tan distantes del asunto que hoy nos ocupa, uno siente la impresión de hallarse fuera de lugar hablando de estas cosas; mas debo decir que por inhabitual -yo nunca lo había visto- el rito litúrgico que el pasado domingo tuvo lugar en mi parroquia durante la misa a la que yo suelo asistir, no sólo me llegó a interesar, sino que he pensado en ello repetidas veces. Iglesia de San Juan de Ávila, 10´30 de la mañana. En el primer banco hay sentados tres hombres y una mujer; detrás de ellos tres mujeres y un hombre. Los primeros son personas cuyas edades deben estar en torno a los cuarenta años y están allí porque dentro de unos días van a recibir el sacramento del Bautismo, algunos tienen un claro aspecto de ser extranjeros: son los catecúmenos. Los que están sentados en el inmediato banco de atrás son sus padrinos y catequistas. Tres de los catecúmenos son de Nigeria y el cuarto es español. Los noté como gente ilusionada, gente feliz, apreciación que avala el hecho de llevar tres años de preparación, con una catequesis semanal a la que salvo por causa mayor no han faltado nunca. Era el segundo de los tres ritos de exorcismo a los que se deben someter antes de que se les administre el sacramento, como parte de un ritual rico en contenido que lleva todo este proceso, y que en su caso terminará en la tarde del próximo sábado con una serie importante de actos; pues según el sacerdote que los viene tratando directamente, don Fidel Blasco, se someterán al tercero de los exorcismos y recibirán los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía, en un mismo acto. Cuando apenas tiene cabida en el ser y en el obrar de la gente de hoy todo lo que afecta a la vida del alma, por lo menos a una buena parte de la sociedad, resulta impactante y enriquecedor el comportamiento de estos ciudadanos y convecinos nuestros, gentes de este siglo que, tocados por el dedo de la Fe, se someten a petición propia, responsable y felizmente, a un proceso prolongado de formación religiosa mientras que el mundo mira para otro lado. Algo que no nos debería extrañar, pero que por aleccionador y novedoso no deja de sorprendernos. Por mi parte felicitarles y agradecerles la lección de su ejemplo.