La “nueva normalidad” se ha colado en nuestras vidas confinadas casi sin darnos cuenta, a través de los telediarios y de la prensa móvil.
Se ha llegado a decir que en 2022 la mitad de las noticias a las que la población tendrá acceso serán falsas- o medio ciertas-. Los voceros del mundo antiguo demostraron lo fácil que es confundir realidad y ficción.
Que nos preocupe el presente y el futuro en unión.
Ahora la vista está puesta en agosto, aunque no haya toros ni suene la banda, aunque no salgan San Roque ni la Virgen, ya en 2021 los sacaremos dos veces si hace falta porque, además, los párrocos están con su gente y lo que haga falta.
El cerebro es un invento divino y ningún ordenador puede igualarlo. También la naturaleza nos distrae del tedio del confinamiento, beneficiándose del abandono urbano.
Ayuntamientos de pueblos zaragozanos han decidido dedicar el presupuesto de festejos, romerías, conciertos, festivales y demás cosas suspendidas en ayudas para los autónomos y necesidades básicas de los vecinos.
La naturaleza necesita de esa agua aunque nosotros estemos en casa.
Por medio de la radio, la televisión y de las redes digitales, tenemos la oportunidad de seguir la Santa Misa y la oración del Santo Rosario.
Mi petición y sugerencia es que de forma temporal se recomiende vivamente el uso de normas de circulación temporal que reduzcan al máximo los encuentros.
No hay duda de que las grandes oportunidades han surgido de los grandes contratiempos. Grandes inventos de la humanidad nacieron de la necesidad, convirtiéndola en virtud.
Cuando un cristiano pierde la relación y el contacto con el Resucitado, se queda sin participar de la vida de Dios y sin gozar de su salvación.
El primer Defensor del Menor, Javier Urra, nos recuerda las pautas a seguir este domingo y a partir de ahora con los niños en sus salidas al exterior.
El Asilo de Ancianos de Guadalajara se inauguró el 16 de abril de 1894 por parte de la Fundación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados.
La mascarilla se ha hecho emblema de heroísmo y símbolo de incompetencia gubernamental. Y a falta de mascarillas, han entrado en juego las mordazas.
Ellos son los protagonistas del inicio de una cierta desescalada que nos hace pensar en un mes de mayo con progresivos pasos hacia esa normalidad.
En los últimos años nos hemos ocupado más de las formas que del fondo. Ya no hay asilos.
Me encuentro de manera ocasional pasando unos días en la villa de Quer, en donde residen dos de mis hijos. Un antiguo pueblo campiñés, de expertos labradores.
Creo que el mundo no va a ser igual porque nos despertaremos en un mundo sin certezas.
El nuevo calendario de España, trasmutada en Balconia, ha hecho trizas sueños de libertades y vacaciones de millones de niños, de abuelos por tenerlos cerca, de jóvenes que tenían reservado su enlace.