Conciencia sobre la violencia en las aulas
26/02/2012 - 00:00
Ayer, día en que se celebra el nacimiento de Baden Powell, fundador del Movimiento Scout católico, la agrupación de Guadalajara salió a la calle para sensibilizar a la población general sobre la problemática de la violencia infantil y juvenil en el ámbito escolar. Esta realidad es muy compleja porque en ella se cruzan factores muy diversos y las respuestas educativas son igualmente distintas. No se puede afirmar que exista un buen paradigma conceptual desde el cual interpretar, en toda su dimensión, la naturaleza psicológica y social de este problema. De hecho, los actos violentos están marcados por las emociones y los sentimientos pero también están ligados a las situaciones familiares de cada alumno y al ámbito social de la escuela. Una de las primeras dificultades a las que nos enfrentamos para analizar los fenómenos de supuesta violencia en la escuela es la de la imprecisión en el lenguaje. En efecto, no podemos considerar dentro de la misma categoría un insulto u otra falta más o menos leve de disciplina o, por ejemplo, un episodio de vandalismo o de agresión física con un arma. La situación de acoso, intimidación o victimización es aquella en la que un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o grupo de ellos. Y una vez aclarado el concepto surge, inevitablemente, el debate acerca de si la escuela puede continuar siendo un instrumento de cohesión social y de integración democrática de los ciudadanos. Después de décadas de fortísima expansión y democratización educativas, mantener y afianzar el carácter inclusivo de los centros de enseñanza parece ser un gran desafío. Así, las medidas de atención a la diversidad, el aprendizaje de la convivencia, la educación en actitudes y valores, se muestran como prioridades irrenunciables para la educación. Sin embargo, el carácter no estrictamente académico de estas prioridades choca, con ciertas culturas profesionales dentro de la actividad docente. El riesgo de fragmentación social y cultural, y el deterioro de la escuela pública hacen aún más urgente la toma de conciencia de los docentes acerca del auténtico alcance de estos problemas.