Concierto de Navidad
29/12/2012 - 00:00
Debo empezar elogiando y aplaudiendo la iniciativa que tuvieron los profesores del Conservatorio Profesional de Música ofreciendo un concierto de Navidad la semana pasada en el mismo centro. El concierto fue muy lucido (Se interpretaron piezas para piano a seis manos, nada habitual) aunque el aforo de la sala hace años que ha comenzado a quedarse corto y quizás debería empezar a pensarse en celebrar determinados conciertos en alguna otra sala de mayor tamaño. En cuanto al repertorio, salvo los villancicos populares finales que cerraron el acto, y que fueron interpretados por todos, público incluido, estuvo compuesto por obras del s. XX y ya enteramente del s. XXI si contamos la composición y estreno absoluto del profesor Pascual Piqueras. Sin embargo, la calurosa acogida del público siendo el repertorio tan actual, fue algo extraño que sólo se explica si contamos que las obras escogidas para la ocasión fueron verdaderas joyas ya que hablamos de Oblivion de Astor Piazzolla o de Bebê de Hermeto Pascoal y una gran sorpresa si nos referimos a la preciosa obra Cuatro escenas de un cuento de Pascual Piqueras; el éxito, que no ha sido el primero que se vive en dicho auditorio, como ejemplo las semanas culturales que se vienen celebrando durante los últimos años, también se debió en gran medida al entusiasmo de los profesores que, pese al cansancio acumulado durante todo el curso, tuvieron el humor y las ganas, como ha podido observarse estos días en la mayoría de colegios, de celebrar este último acto de Navidad, después de innumerables recortes, como la bajada de salario o, la última, la retirada de la extra de Navidad. Si sumamos a esto lo que los profesores expresaron en el propio concierto, la necesidad que tienen en estos momentos los músicos y artistas en general, de despertar la sensibilidad de las personas y, quizás, siendo la Navidad uno de los momentos más oportunos para despertarla en aquellos que intentan hacer nuestra vida cada día un poquito peor, no es extraño que, aunque el concierto era en jueves y acabó tarde, el público pidiese otra y acabase cantándose (o tarareándose si no se sabía la letra) Noche de Paz.