Conjugar las tradiciones
Ayer, los cementerios de toda la provincia se volvieron a convertir en lugar de peregrinaje. En nuestro país, es tradición, desde tiempos remotos, visitar a los familiares muertos, adornando y engalanando sus lápidas con flores. Cada 1 de noviembre, en todas las iglesias se ofician misas en memoria de estos seres queridos que sirven para acortar los supuestos años de purgatorio en el más allá. Sin embargo, cada vez son menos los que encaran esta fecha con sentido religioso y más los que aprovechan estos días para realizar un merecido descanso que les hace huir de la rutina. Pero no se puede olvidar que la festividad de Todos los Santos es una tradición arraigada desde hace siglos en nuestro pueblo, una tradición de gran valor que no debemos perder, en favor de otros ritos importados que nada tienen que ver con lo que nuestros antepasados hacían. La fiesta de Halloween, apoyada por el marketing y la publicidad que se crea a su alrededor, y con la colaboración de los padres y maestros, e incluso instituciones que favorecen una fiesta de mascaritas de terror, de importación, cobra fuerza. Es lógico que se busque el sentido comercial y se favorezcan fiestas de disfraces y otras costumbres asociadas a esta tradición americana, pero lo que no resulta aceptable es que en su favor quede atrás parte de nuestra cultura. Es ese aspecto más lúdico el que está haciendo que en algunos casos esta celebración, procedente de los países anglosajones, empiece a desplazar la tradición cristiana. Toda costumbre sufre modificaciones y así ha pasado también con esta festividad, pero es una pena, que independientemente de las creencias religiosas se pierda la oportunidad de rendir tributo a nuestros seres queridos ya ausentes. No se trata de una cuestión religiosa, es casi un asunto de justicia. Lo que debemos conseguir es conjugar ambas expresiones sin que ninguna de ellas deba, necesariamente, desaparecer...