Cortes de Tajuña y la falta de respuesta

01/12/2013 - 00:00 Mercedes Cardín

 
    
         Esta carta versa sobre la retirada del reloj de la iglesia, de la cual nunca hemos podido saber el motivo de la misma. Por más que lo hemos intentado dirigiéndonos por escrito en un principio al párroco de Alcolea del Pinar que rige los destinos religiosos de la medianía de Cortes de Tajuña, quien ha dado la callada por respuesta. Al tratar de contactar con él mediante llamada telefónica nos colgó dejándonos con la palabra en la boca. No contentos con ello nos dirigimos al Archivo Diocesano de Sigüenza, donde pretendimos nos facilitasen la dirección del Patrimonio Histórico, que según información facilitada por familiares del alcalde, habían sido los promotores de la mencionada retirada. Pero el silencio por respuesta fue toda la contestación recibida por parte del mencionado Archivo. Idéntica información, recibimos de la Vicaría de la Curia Diocesana de Guadalajara. ¡Increíble que los doctores sabios que rigen los destinos de Nuestra Santa Iglesia, se tengan que escudar en el olvido del silencio más absoluto, al no poder argumentar una explicación tan sencilla como era el motivo de la retirada del referido reloj! Se supone que, a parte de la intervención de terceros, el cura de Alcolea algo habrá tenido que ver con tal decisión.
 
  El reloj de la torre de la iglesia de la vecina Alcolea del Pinar, no funciona hace años y por eso no lo han quitado. Si exceptuamos Nueva Alcarria y El Periódico de Aragón donde publico escrito de opinión desde el nacimiento de este medio en octubre de 1990, ni la prensa nacional ni el programa de televisión España Directo, con los cuales nos pusimos en contacto, quisieron saber nada de este caso, quizá por considerarlo algo personal y no de interés social. Nunca hemos tenido con nadie, ya sea vecindario o representantes municipales o religiosos de la localidad, diferencias personales que pudiesen haber dado lugar a este incidente. Al hacer esta donación hace quince años no pretendimos demostrar ciertas opulencias que pudiese molestar a algunos vecinos, sino que lo que quisimos era que las horas sonasen en el pueblo como lo hacían varias décadas atrás. Pero está claro que la mencionada donación no debió de gustar a quien fuese y tan pronto ha tenido oportunidad el reloj terminó en la sacristía. Otra explicación no tiene, al menos no han podido darla.