Crece la violencia en Nigería
Una de las más recientes masacres se produjo en Nigeria. El propio Benedicto XVI se vio obligado a lanzar un auténtico grito desde la plaza de san Pedro para pedir que se detenga la violencia. El día 7 de noviembre se confirmaba que 150 personas habían muerto en el nordeste del país, como consecuencia de las acciones del grupo fundamentalista islámico Boko Haram, inspirado en los talibanes afganos (el nombre significa no a la educación, en referencia a la que consideran expresión de la cultura occidental). Se fundó en 2002 con el objetivo de imponer la ley islámica en su interpretación más estricta en todo el país. Mantiene vínculos con Al-Qaeda en el Magreb Islámico, el grupo terrorista argelino, el ex Grupo Salafista para la Predicación y el Combate.
El rebrotar de la violencia en el país más poblado de África (unos 160 millones de habitantes) constituye un nuevo motivo de preocupación de la comunidad internacional: se trata de una región donde no ha acabado de consolidarse la convivencia entre las diferentes comunidades (existen unas 250 tribus), que utilizan las diferencias religiosas como pretexto para ataques y violencias. Los extremistas han actuado ahora contra la policía y el ejército, y contra varias iglesias cristianas, e incluso contra alguna mezquita.
El mayor número de víctimas se esa ocasión se produjo en Damaturu, la capital del Estado de Yobe, donde los asaltantes hicieron estallar cargas explosivas en seis iglesias. Otros ataques se produjeron en Maiduguri, capital del vecino estado de Borno, la base tradicional de Boko Haram, uno de los doce estados del norte de mayoría musulmana de la federación nigeriana. Lo pasado durante las Navidades, pienso que ha llegado al límite de lo que una comunidad debe aguantar para que la Comunidad Internacional intervenga.