Cristianos amenazados
En España, en 2008, se atendieron en los centros asistenciales de la Iglesia, según datos oficiales, a 3 millones de personas. Pero la crisis ha ido en aumento, el paro también y por eso al año siguiente la cifra se superó con creces. En 2010 se habrán superado también los 4 millones de personas a quienes Cáritas y las citadas organizaciones han atendido, sin esperar nada a cambio.
Esto ha sido posible gracias a la generosidad de los cristianos anónimos, pero también gracias a los voluntarios y voluntarias, que han organizado tanto las campañas como el servicio de atención a los necesitados. Han dedicado lo mejor de sí mismos y de su tiempo, a paliar las necesidades sociales de sus conciudadanos. Ha aumentado el número de voluntarios y de horas de entrega y de servicio.
No han pedido nada a cambio. Su respuesta ha nacido de su fe y de su generosidad, en definitiva de su gran corazón. Les importan los Derechos Humanos, por supuesto, pero ponen en valor algo que va más allá, el amor y la caridad. Las personas atendidas han sido de toda raza, edad, sexo y condición social. Han atendido a españoles y extranjeros. Casi un 40 por ciento de éstos últimos han sido árabes. No se les ha preguntado su religión, pero a juzgar por su lugar de procedencia, se puede afirmar que son mayoritariamente musulmanes. ¿Y qué? Para ellos, los voluntarios cristianos, son simplemente personas necesitadas.
Convendría que el gobierno prestara alguna atención a los datos y a los hechos, por muchas razones, entre otras, para respetar a la Iglesia y su labor social, imprescindible en tantos campos y para muchos de los más desfavorecidos; dejar de acosarla y perseguirla injusta y continuamente y para reclamar reciprocidad en el trato y las ayudas para los cristianos españoles en otros países, donde están abandonados a su suerte.