Dad gracias al Señor porque es bueno
A punto de terminar mi servicio como Obispo, desde hace dos meses como Administrador Apostólico, de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, os invito a dar conmigo gracias a Dios, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. El pasado día 19, Fiesta de San José, se cumplieron 31 años de mi Ordenación como obispo, casi doce años como Obispo Auxiliar de Oviedo, ya diecinueve y cuatro meses como Obispo de Sigüenza-Guadalajara. Se suman estos 31 años de servicio episcopal a los 22 anteriores como sacerdote, ministerio que recibí el 5 de abril de 1958 en Salamanca.
53 años de servicio a Dios y a su Iglesia son motivo para dar gracias a Dios, que quiso admitirme entre sus sacerdotes y después me llamó y me envió como Obispo. Cada vez veo más claro que todo ha sido don de Dios, todo gracia, regalo para mí y para su pueblo santo. Si algo bueno he hecho, todo es don de Dios. Sólo lo que no haya hecho bien, lo que pude hacer mejor o lo que haya dejado de hacer es obra mía. Pero aun eso mismo lo pongo en las manos de Dios que es bueno y cuya misericordia es infinita. Él suplirá con su amor sin límites mis limitaciones. Agradezco de todo corazón el afecto, la ayuda y la colaboración de tantas personas, especialmente, por estar más próxima, en esta mi última etapa de servicio como Obispo de Sigüenza Guadalajara: Al Santo Padre, Venerable Juan Pablo II, que me nombró Obispo y con el cual y bajo el cual, hasta su muerte, ejercí este ministerio. Al Papa actual, Su Santidad Benedicto XVI, al que me he sentido unido en obediencia, fidelidad y comunión. A los demás obispos , de los que tanto he aprendido. Especialmente agradecido estoy a los sacerdotes, con los que he trabajado en la unidad del único presbiterio y de cuyo afecto, entrega, fidelidad y generosidad soy testigo.
Quiero dejar constancia también de mi gratitud a las personas de la Vida Consagrada en la diócesis, que han acompañado en todo momento mi servicio episcopal con su oración, con su generosa colaboración y con su ejemplo de entrega a Dios y a los hermanos, especialmente a los más pobres, pequeños y necesitado. No por citarlos en último término, es menor mi aprecio y agradecimiento a los seglares - niños, jóvenes, adultos y ancianos - especialmente a los más comprometidos en las tareas de la evangelización en los diversos sectores de la pastoral, tanto dentro de las comunidades cristianas como por su presencia y acción en las estructuras temporales de la sociedad.
Gracias también a las autoridades y a las personas que ejercen cargos y servicios a la comunidad, con los que he mantenido unas relaciones correctas y hasta cordiales, dentro de la independencia, la libertad y la colaboración en orden al bien común y al servicio de nuestros conciudadanos. Pido también perdón a cuantos haya podido ofender, hacer daño o haber dejado de servir. Por mi parte, no me cuesta perdonar, si alguien me ha ofendido. Si alguna vez hubiera sucedido, no es comparable con todo lo bueno que de Dios y de todos he recibido. Sólo me resta pediros que sigáis orando por mi; pero, sobre todo, por nuestra querida diócesis de Sigüenza-Guadalajara y por su nuevo Pastor, D. Atilano, al que ya desde ahora os invito a acoger, el próximo día 2 de abril, como al que viene en nombre del Señor, a amarlo como a buen padre y a colaborar con él en el servicio al pueblo de Dios, a él encomendado. Ministra.