De candidatos

03/12/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

Informaba nuestro periódico la semana pasada de que varios partidos políticos menores (lo de menores lo digo yo) habían ultimado sus candidatos para el Congreso y el Senado, para lo que habían tenido que recurrir a concejales hasta ese momento anónimos de ayuntamientos de la provincia. Y el comentarista, como votante que será el 20-M, se alegra de que así sea, aunque desentrenado como está, porque votando sólo cada cuatro años es lógico que se pierda la forma, comienza a pensar en iniciar un periodo de ejercicios de precalientamento para llegar a votar en plenitud de facultades, como los jugadores después de largos periodos de descanso. En esto nos llevan ventaja los catalanes, que en cuatro años, arrastrados por los desmanes del presidente Mas, han tenido cinco elecciones contabilizando las más o menos legales, las de cajas de cartón en lugar de urnas y las votaciones ilegales por su pretendido carácter plesbicitario, aunque luego el Tribunal Constitucional las haya dejado en agua de borrajas. Pero las elecciones son un mal necesario para seguir manteniendo la idea de que vivimos en un Estado democrático, pese a que algunos partidos se afanan en demostrar lo contrario. Es, por tanto, ya un problema resuelto para esos partidos, lo que no es poco cuando los aspirantes a candidatos son muchos y los escaños a adjudicar pocos. Y a veces se sale del paso adjudicando, por ejemplo, el número 28 en las listas cuando los codiciados puestos sólo son 25. No entraremos en las interioridades de luchas, zancadillas, y acatamientos ante las cúpulas las cúpulas entre los aspirantes a candidatos, una razón más para que los que no tenemos ambiciones políticas nunca nos hayamos afiliado a ningún partido. Quizá influya la edad en esta opinión mía sobre los partidos políticos, donde supongo que los audaces tendrán que abrirse camino a codazos para ponerse en primera fila y que la mirada del jefe se fije en ellos. Por algo dijo el clásico “audaces fortuna iuvat” (la suerte ayuda a los audaces), lo que viene a significar que los tímidos tienen poco futuro en Política, aunque haya excepciones para que luego la oposición diga que no tiene madera de líder, aunque sea presidente del Gobierno o de la República. Vean si no, el caso del presidente Hollande, en quien, por su pinta de burgués no podíamos sospechar tanta energía en sus decisiones. Y sus ciudadanos le han sabido agradecer que con ello haya reforzado el liderato de Francia como gran potencia.