La crisis se había convertido en un antídoto para el mal de amores: había logrado reducir el número de divorcios en muchos rincones del mundo. Pero la tendencia ha cambiado y ya ni ese efecto positivo conserva la temida recesión económica. Según los datos del INE, las rupturas matrimoniales aumentaron en nuestra comunidad autónoma un 3,9 por ciento en 2010 (110.311 casos) respecto al año anterior, lo que supone que empiezan a crecer tras los descensos registrados entre 2006 y 2009. Guadalajara también ha percibido ese cambio y mientras que durante el periodo 2004-2007 se produjo un ascenso progresivo en las disoluciones matrimoniales durante 2008 y 2009 se registró un importante descenso que se rompía el pasado año con la recuperación a niveles similares a los existentes cuatro años antes. Las razones de este cambio estadístico resultan variadas. Por un lado, la crisis económica había influido en el corazón y en el bolsillo de los ciudadanos. Algunos expertos consideran que la situación financiera de las familias no permitía afrontar una separación, muchos no podían costear dos hogares. Además, el influjo de inmigrantes, que llevan una vida tradicional con pocos divorcios y alta natalidad, acababa por maquillar estas cifras. Sin embargo, ni siquiera por falta de dinero muchas parejas están dispuestas a permanecer unidas eternamente. Algo parecido, pero al contrario, ha pasado con la celebración de los matrimonios. Según los últimos datos, en el primer semestre de 2010 hubo 75.708 matrimonios en nuestro país, un 3,8% menos que el mismo periodo de 2009. La tasa bruta de nupcialidad se redujo hasta 3,75 matrimonios por cada 1.000 habitantes, frente a 3,82 del año 2009. En nuestra provincia no se percibió tan claramente esta tendencia aunque se pasó de los 1.204 matrimonios celebrados en 2006 a los 1.052 enlaces que se sellaron el pasado año. Sin duda las demostraciones de amor o de desamor, también se rigen por el bolsillo aunque parece que las estrecheces económicas no marcan una tendencia definitiva.