De liturgias y más

20/01/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

Después de las ceremonias navideñas, incluidas las misas, y desde el respeto que le merecen a un católico practicante, quizá menos perfecto de lo que quisiera, me atrevo a comentar algunos usos o hábitos de más de una parroquia, incluyendo también la mía. Tal vez no sea prudente hacerlo en público, pero, en todo caso, lo que haya de crítica no alcanza a la Iglesia como institución sino a los fieles y sacerdotes. Algo que no comprendo es esa creciente moda de los fieles que comulgan con aparente unción, aunque antes, en el momento de la Consagración, que es el Sacramento de nuestra Fe, como dice el oficiante, han permanecido de pie, sin arrodillarse, como manda la Liturgia. Si no lo hacen entonces, en el punto clave, la piedra angular de la Misa, ¿cuándo piensan hacerlo.? Y lo que sorprende es que el sacerdote no les llame la atención señalando que en ese momento hay que arrodillarse. En ninguna parroquia he visto que lo hagan y en la mía tampoco. A estas alturas no voy a lamentar la supresión de los púlpitos, que se hizo para acortar distancias entre el sacerdote y los fieles y restar grandilocuencia innecesaria a la oratoria sagrada. Ahora, desde el facistol del Altar mayor no es posible que surjan en nuestro Clero nuevos San Crisóstomo, Fray Luis de Granada, Bossuet.., aunque tampoco Fray Gerundio de Campazas, por lo que muchos sacerdotes se han ido a lo fácil : a leer las homilías, quizá escritas por otro, lo mismo en las altas que en las bajas jerarquías Y, para colmo, la megafonía, que no sé si es un “mal necesario”, como me dijo de la energía nuclear Rodríguez de la Fuente, el primer ecologista de España, nos lleva, a los que somos un poco duros de oído, a “ver” la Misa y no a oírla porque suele hacer ininteligibles las homilías. Pese a ello observamos todavía en algunos oficiantes reminiscencias del de Campazas: una altisonancia, un tono campanudo fuera de lugar, porque no corresponde a la sencillez de la frase. Es de suponer que en los seminarios se ensayará la oratoria, pero no se nota. Sospecho que más de un lector pensará que estos comentarios son religiosamente incorrectos, pero no los escribo con esa intención puesto que no hago crítica de la Iglesia ni dislocación de su doctrina, sino de sus usos, incluidos los de los fieles, que también formamos parte de la Iglesia.