De Valencia a Sevilla pasando por Moncloa
18/02/2012 - 18:29
Atrás quedaron las durísimas jornadas del Congreso de Valencia. La lucha intestina entre quienes eran y los que querían ser, entre los que fueron y aspiraban a seguir siéndolo pertenece ya al pasado. Las elecciones del 20N han sido el gran bálsamo para un Partido Popular que ya asentado en Moncloa, no discute a su líder, Mariano Rajoy, ni le supone contradicción alguna aplaudir e incluso emocionarse ante el discurso de Aznar. No hay suspicacias ni sospechas. Todos son uno, o casi. Y si, hay que matizar porque por los pasillos de lo que se hablaba, en el fondo, era de poder y sólo de poder porque de lo que se trataba era de ver quien iba a mandar. Maria Dolores de Cospedal llegó a Sevilla como la gran triunfadora. El de Sevilla ha sido "su" Congreso y por ello la Ejecutiva ha sido "su" ejecutiva porque ella, desde el minuto uno, tuvo claro que ni un paso atrás. Rajoy que confía mucho en sus mujeres -lo dijo públicamente- no ha puesto ni media pega a las aspiraciones de su número dos que no ha querido a ministros en el núcleo duro del Partido ni a Pons -"no se le esta tratando bien", decían muchos, como portavoz del mismo. Eso no ha impedido que Rajoy haya tenido que escuchar deseos y pretensiones que ha lidiado como ha podido y con la certeza de que nadie le iba a chistar. En contra de lo que algunos pudieran pensar, ni el aborto, ni el matrimonio homosexual, ni el cristianismo han ocupado ni medio segundo en los comentarios de los presentes en el helador edificio del Palacio de Congresos. No son asuntos que quiten el sueño a un partido en el que hay público para todos y para todo. Lo mismo pedían fotos con Mayor Oreja que con Montoro, por poner un ejemplo. Más allá de los pasillos, el Congreso de Sevilla ha servido para que el PP saliera del lío organizado por las declaraciones del ministro de Interior -ha estado en Roma hasta hoy domingo- en relación a ETA. Garoña se abre y se formaliza el compromiso de los populares con el estado del bienestar. Naturalmente, se apoya la Reforma Laboral y los más vips asumen convivir con el vértigo de saber que se la juegan, que están siendo vigilados y escrutados por una opinión pública que les va a exigir resultados. Lo saben y por ello viajaron a Sevilla -todos en clase turista- a vivir unas jornadas en las que el único punto de emoción fue el recuerdo y homenaje a Manuel Fraga sin más embrujo que el que otorga el poder.