Defender lo evidente

01/12/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte


 Todo es un regalo y nada es gratis. Parece una paradoja. No lo es. Lo obvio no es tan evidente, al menos para todos. ¿Quién defiende a quienes no pueden defenderse? ¿Cómo es posible que en el siglo XXI se tenga que defender algo tan obvio como es la integridad física y la vida? Han pasado muchos siglos desde que Galileo demostró la falsedad de que el sol girara entorno a la Tierra. Lo mismo sucede en la vida diaria, estamos tan cómodos disfrutando de la vida que no imaginamos que alguien tenga que luchar para vivir, o luchar para que otros vivan, o respeten la integridad sexual de una niña, o la dignidad de una mujer.

  Muchos no lo entienden o no les cabe en la cabeza. Tal vez la lluvia del relativismo, como el orvallo del norte nos está calando sin que nos demos cuenta. O creemos que nos protege el paraguas de la responsabilidad de los irresponsables. ¿El que hayan despenalizado el aborto es suficiente para ahogar el latido de una vida? Si los grupos Pro-Vida no hubieran mostrado o demostrado con los fetos troceados la barbarie ¿seguiríamos pensando que se trata de un montón de células? ¿Pueden mutilar en España a una niña sus padres emigrantes? ¿Se puede condenar a 12 años, en Afganistán, a una mujer por haber sido violada? Ese es el drama. Está en juego la jerarquía de valores y la raíz y fuente de todos los Derechos Humanos. La Ecografía, más incluso que otras ciencias, ha puesto la fase evolutiva inicial al alcance de todos.

  Hoy se puede disponer de fotografías de un hijo desde el primer momento de su concepción. Defenderlo es defender lo evidente. Conocemos el legado de muerte legal que deja ZP, con la ley Aido. Pero no basta con conocerlo, hay que ir más allá y defender la vida. La cuestión ahora es: ¿todos en el PP lo tienen claro? No lo parece. La militancia en un partido no garantiza altura científica, ni humana, de ningún militante.

  Tampoco lo contrario, ciertamente. Está claro que cada uno es “dueños de sus silencios y esclavos de sus palabras”. Viene esto a cuento de las declaraciones al periódico La Calle, de Córdoba, de Beatriz Jurado, de Nuevas Generaciones del PP. “Estoy de acuerdo con el aborto en determinadas circunstancias, como en el caso de malformaciones o cuando sea perjudicial para la madre, y lo digo ahora y lo diré siempre”.

  Un error puede costar una vida. La vida arrancada a un hijo no se recupera. Vaya por delante que decida lo que decida, esta señora (y todas), tendrá mi respeto. Pero el respeto no es justificación. Añado la sensata palabra de un juez, J. Brime, en su artículo “Desaparición de los Down, Eliminación silenciosa”: “difícilmente puede haber una decisión más difícil (o al menos, grave) para unos padres, y más todavía para la madre embarazada, que esa de abortar en tales circunstancias, aborto que en no pocas ocasiones seguramente se evitaría si el sistema sanitario dispusiera de unos protocolos de atención e información detallada para tales casos (información de cuál es la vida real y las posibilidades de los Down hoy en día, su salud, expectativa de vida), ofreciendo alternativas a los padres, en vez de simplemente comunicar fríamente la malformación del feto y que pueden abortar (perdón, “interrumpir” el embarazo, pues esa es la eufemística terminología legal), lo que en la mayoría de los casos se hace con una muy deficiente información, como si no estuviera en juego una vida”.

  Hay organizaciones de ayuda a la mujer en todos los países que, al margen de los cauces oficiales, acogen, atienden y orientan. El Sistema Sanitario está saturado. Las clínicas abortistas están ávidas de dinero y tienen sus enlaces. Éstas no eliminan embarazos, sino vidas. Cuando se le dice a una mujer que su hijo puede tener una discapacidad, prima su miedo, no el derecho del hijo a vivir. Ella es quien tiene que decidir y es la primera responsable. En cuestiones tan difíciles, la señora Jurado parece tenerlo muy claro: “Si no va a disfrutar de la vida, no lo tendría”. Efectivamente Sra. Jurado, todas las mujeres saben que si dan a luz es porque su hijo va a ser el más guapo, el de mayor coeficiente mental, el más simpático, el más rico y el más sano. Todas saben que ellas nunca van a pasar una mala noche junto a su hijo. ¡Su hijo va a disfrutar de la vida y ella también! ¡Sólo cuando su médico les garantiza todo eso, están dispuestas a que viva! Y si luego algo de eso no se cumple, estarían dispuestas, como hizo el matrimonio peruano, a demandar a su médico por daños y perjuicios.

  Perdonen la ironía ¿y por qué no a Dios? Quiero decir con ello, que toda madre tiene que confiar. Confiar que dando la vida a su hijo, pueden ambos ser felices. Puede, por el contrario ser terrible el Síndrome Post Aborto o darse una rebelión contra la injustica. Un caso real. Una madre espera mellizos. Según el médico uno de ellos padece una malformación. La madre decide abortar. Los médicos inyectan veneno al hijo para que muera. Pero…envenenan al hijo equivocado. Ahora los dos bebés están muertos. Ha sucedido en Australia. Van a seguir creciendo las trampas legales, las mentiras o eufemismos para tranquilizar. El día 1 de diciembre, el Parlamento Europeo vota una resolución sobre el SIDA.

  Con ese motivo se pide garantizar el “aborto seguro y legal”. No se pide que Europa defienda al inocente y su vida. Se pide que sea legal y segura su muerte. Además Sra. Jurado, “disfrutar de la vida”, es opinable. Una persona incluso con cierta discapacidad puede ser feliz, ¿por qué no? El jurista citado, visitó un centro donde eran atendidas estas personas, y afirma: “he de decir que se les veía a casi todos muy felices, seguramente más que muchos de nosotros o al menos, lo exteriorizaban más. He de reconocer que me chocó ver a tantos Down y especialmente en el caso de los niños; también una persona que me acompañaba comentó la gran lección que sería para tanta gente, especialmente joven, pasar allí unas horas”.

  Todos conocemos alguna familia con algún hijo con alguna carencia. No podemos negar que sean felices. ¿Entonces? El razonamiento de Beatriz: “si no va a disfrutar de la vida no lo tendría”, es el que usaron los regímenes totalitarios, para eliminar a miles de personas ya nacidas. Los nazis pensaron que si el principio valía para antes de nacer, también podía aplicarse después. ¿Por qué no? ¿Se imagina a dónde nos llevaría esa espiral? Pues lo aplicaron y murieron ¡millones! .